Cristina López Schlichting
Lo clásico
Se me escapa cómo se puede aprender en tres años lo que antes se enseñaba en cinco. Menos mal que los médicos y los ingenieros se quedan fuera de la reforma, porque no quiero cogerle pánico a los puentes y los trasplantes. ¿No será porque una mayor duración de los estudios es precisa para cierta calidad? En fin, se propone, para compensar, que los estudiantes completen su formación con un máster de dos años. Es una novedad desagradable, porque el máster hay que pagarlo. No acabo de ver las ventajas, excepto para las empresas de másteres. Lo que sí percibo es una progresiva adaptación a la realidad social: una masa amplia de estudiantes sólo estudiará tres años, una minoría académica y social alcanzará cinco años de formación. El sistema pondrá un licenciado en el mercado cada tres años, en un proceso de producción que sugiere tan sólo una somera introducción, más técnica que académica, a los perfiles profesionales. Por lo pronto, los chicos de 25 años han estudiado con el sistema antiguo; los de Bolonia salen ahora de las facultades y los que empiezan lo harán con nueva fórmula. ¿Sirve tanto cambio para algo? Yo noto una muy rápida desaparición del prestigio de las universidades y un extendido criterio de que lo que importa es adaptarse al mercado. Pues para eso está la FP, que cada vez es mejor. Por mi parte, y por si alguien lee esto, entre los nuevos becarios y licenciados en periodismo no echo en falta conocimientos técnicos, sino clásicos. La gente maneja los recursos informáticos, pero desconoce quién era Nasser o qué pasó en 1917. Y es un problema. Con un licenciado en las antiguas Filología Hispánica o Historia, yo hago un periodista. Con un experto en Internet o encuestas, no.
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