César Lumbreras

Lo de Francia (III)

La Razón
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Lo de Francia, junto a la crisis del sector lácteo, está llamado a convertirse en el culebrón del verano. La semana pasada tuvieron lugar nuevos «controles» de los agricultores y ganaderos galos a camiones que transportaban mercancías españolas y alemanas, sobre todo. El resultado fue la destrucción de más cargamentos de productos lácteos y de carne de porcino. El ministro de Exteriores, García Margallo, y su equipo reaccionaron por fin y enviaron sendas cartas al Gobierno de París y a los servicios de la Comisión Europea, en las que piden que se adopten las medidas correspondientes para impedir esos ataques, a la vez que denuncian las actuaciones previstas por la Administración gala para favorecer el abastecimiento de productos agroalimentarios galos.

El incidente de los camiones es importante y urgente a nivel mediático, aunque durante este año esas agresiones han pasado más desapercibidas de lo que debieran. Esos ataques suponen un problema para las empresas afectadas, pero es mucho más grave el conjunto de medidas previstas por las autoridades de París para garantizar el abastecimiento local y, sobre todo, las presiones que se están ejerciendo, tanto por las organizaciones agrarias como por las propias autoridades a los fabricantes y a la distribución, para que dejen de comprar, por ejemplo, carne de porcino a otros Estados miembros como España. La consecuencia de ello es la anulación de pedidos de este tipo de carne, un fenómeno que se ha intensificado durante las últimas semanas y que promete mantenerse en el tiempo. Ello es contrario a la normativa comunitaria y puede poner en un serio aprieto a los ganaderos españoles, a operadores comerciales y a empresas cárnicas. Esto es lo verdaderamente grave e importante a medio plazo.