Francisco Marhuenda
Los debates excéntricos
La abdicación de Su Majestad ha abierto debates que son tan poco serios como excéntricos. La sociedad española en su conjunto está satisfecha con la Monarquía y sus preocupaciones afectan a cuestiones más trascendentes, como la situación de angustia que se vive en muchas familias por el impacto de la crisis económica, la corrupción y el paro juvenil. Por ello resulta incomprensible que se creen problemas artificiales. Holanda y Bélgica vivieron el año pasado las abdicaciones, respectivamente, de la reina Beatriz o del rey Alberto. El proceso se desarrolló con la normalidad propia de las viejas democracias. Como no conozco a todos los belgas y a los holandeses me tengo que remitir a las encuestas que reflejan el abrumador apoyo que tiene la institución. Ese mismo año se produjo la renuncia de Benedicto XVI y el acceso al pontificado de Francisco I. Una vez más desde la más absoluta normalidad y sin que existiera el más mínimo problema sobre el tratamiento que tenía que recibir el Santo Pontífice que había abandonado el cargo. Cada día nos llevamos alguna sorpresa que sólo puede complacer a los republicanos y a los grupos antisistema. La decisión de tramitar un acto personal que debería de estar dotado del automatismo que existe en el resto de las monarquías se ha convertido en un acto político en las Cortes donde los diputados y senadores tendrán que votar individualmente. Por supuesto veremos cómo algunos utilizan de forma partidista la oportunidad. Durante mucho tiempo se intentó evitar que se abriera un innecesario debate, como quiere una minoría, sobre la forma de Estado y se optó por no desarrollar el Título II de la Constitución, que se refiere a la Corona. La tradición es muy importante en la historia de una nación. La ceremonia religiosa ha sido parte consustancial en la entronización de nuestros reyes. En este caso se ha optado por un acto laicista para complacer, se supone, a los sectores anticlericales, que son una minoría en una sociedad que es mayoritariamente católica. Es algo que no sucede en Gran Bretaña y el resto de monarquías. Un sector de la izquierda ha conseguido, finalmente, salirse con la suya en la ofensiva en contra de elementos que son fundamentales en nuestra identidad nacional. La raíz cristiana de España y de la civilización española, que es el título de una de las grandes obras del gran historiador Rafael Altamira, es algo que nos define y que es perfectamente compatible con la libertad religiosa que existe en nuestro país. Otro problema artificial es ahora el aforamiento que tendrá el Jefe del Estado cuando abandone el cargo. ¿Cuál será el siguiente debate absurdo?
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