Toni Bolaño
Los impermeables y los fascistas
El secesionismo ya lo tiene claro. Si va mucha gente a votar se puede malograr la victoria y no llegar a la mayoría absoluta. Las últimas elecciones catalanas fueron un aviso. Con un 67%, los partidos nacionalistas perdieron dos diputados con respecto a las autonómicas de 2010, en las que sólo votó un 60%. Con este criterio se han puesto las pilas y redoblado sus mensajes. España es el enemigo a batir. Nos asfixia social, económica y democráticamente –la suspensión cautelar del Constitucional a la Hacienda catalana es la última bandera–. El nuevo Estado es el único objetivo. Es la felicidad personificada de un pueblo que será más sano, tendrá más dinero, más bienestar, menos impuestos, y todos seremos felices. No consta que se coman perdices.
Con este mantra, el nacionalismo blinda a los suyos. Y lo ha conseguido. Se puede explicar cualquier cosa que siempre se calificará como mentira, como la campaña del miedo que trata de poner palos a las ruedas al único sentimiento posible: la independencia. Así, los soberanistas son impermeables a todos los mensajes que no cuadren con «lo que desea el poble català». Son inasequibles al desaliento. Los que ven a una Europa arrodillada ante el triunfador avance del nuevo estado catalán. Los que ansían contemplar cómo los mercados se disparan contagiados por el entusiasmo de un pueblo. Los que ven a una España acomplejada por la superioridad moral de una Cataluña triunfadora.
Nadie puede ponerlos en cuestión porque tienen la razón. Ya lo teorizó Francesc Pujols en 1918. En su «Concepto General de la Ciencia Catalana» defendía que «los catalanes son seres de excepción por el hecho de ser hijos de la tierra de la verdad» y así «por ser catalanes, todos sus gastos, donde vayan, les serán pagados... pensándolo bien, más vale ser catalán que millonario».
Los impermeables son la mayoría y lo dicen todos los días ejerciendo presión a los que osan enfrentarse al pensamiento único. Ésos son los otros. Los que no «estimen» a Cataluña. Los fascistas. Es igual que seas de derechas o de izquierdas. Que seas demócrata. En la nueva Cataluña el que no es independentista es fascista. Y en eso están. Evitando que los fascistas voten el 27-S, no vaya a ser que les «jodan» el tinglado.
El próximo 23, debate de Junqueras-Margallo en 8TV para hablar de la polémica del momento. ¿Cataluña será un nuevo Estado de Europa? Margallo predicará en el desierto. Junqueras juega en casa. El árbitro, la audiencia, es impermeable. Lo tendrá claro en seguida: Margallo es el discurso del miedo. Cuando acabe el debate «cara a cara» quedarán cuatro días para el 27-S.
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