Julián Cabrera

Los «melonazos» y el Rey

La Razón
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«Les paso balones y me devuelven melones», decía un magnífico futbolista brasileño llegado a nuestra liga en los ochenta. El lamento del «crack» venía dado por el escaso buen uso que de sus pases hacían el resto de jugadores del equipo, que además de correr como pollos sin cabeza no dudaban en el método del «patadón» que a veces le venía rebotado en plena clara.

El Rey Felipe VI ya sabía que se iba a encontrar tras los comicios del «20-D» con su primera gran prueba de fuego. Su padre don Juan Carlos tuvo que lidiar con los enemigos de la Transición para llevarla a buen puerto y en este caso ya se esperaba lo complicado de la mayor inestabilidad institucional fruto de un nuevo Parlamento más fragmentado. Lo que probablemente ni esperaba, ni imaginaba el monarca es que aquellos de quienes podía esperar una mínima gestión dialogante y un uso digno de sus «pases de balón», le devolvieran auténticos «melonazos» en forma de salpicaduras a la Jefatura del Estado desde el lodazal de una especialmente arrabalera trifulca política.

Después de escuchar y leer algunas cosas en estos días, todavía va a resultar que el Rey es el culpable de que no haya salido adelante una investidura presidencial en las dos primeras votaciones. Es lo que tiene la obstinación por sacudirse responsabilidades apuntando aun de forma indirecta a la función de instituciones como la Corona, cuya indefensión mediática pasa de entrada porque el Rey ni ofrece ruedas de prensa ni acude a tertulias.

Es probable que aun barruntándose desde hace meses lo que se avecinaba, el Rey no imaginase que tendría que acabar reuniéndose día sí y día también con tan amplio y variopinto elenco de portavoces para tratar de desbrozar un camino lo menos intrincado posible hacia un gobierno estable, previa investidura de un nombre propuesto al Congreso de los Diputados, pero la realidad después de semanas es más cruda, un dialogo de sordos que además parece ignorar que Felipe VI más allá de cumplir de forma escrupulosamente meridana el papel que le señala la Carta Magna, de cuya letra a poco que se mire con detenimiento no se ha desviado ni una sola línea, ni tiene capacidad para ponerse a buscar un inquilino concreto de la Moncloa, ni lo encontraría de un día para otro dadas, además de las circunstancias, sus muy marcadas facultades y competencias institucionales.

Tras el «invéntate otra» del Parlamento a Sánchez, –resulta indicativo que quien se presentaba en la Moncloa para espetarle a Rajoy y su oferta de gran coalición un «no, no y no» se haya encontrado con el mayor número de «noes» de cualquier aspirante a una investidura en nuestra historia reciente– todos miran nuevamente al monarca, que de momento tiene previsto un viaje de Estado el día 9 a Portugal y probablemente el 14 a Puerto Rico, nuevas rondas de contactos al margen...o no. Ergo el Rey, con independencia de los «lanzadores de melones», de lo que no hace dejación es de lo suyo.