Pedro Narváez

Los okupas de la Mezquita

Los que piden que la Mezquita-Catedral de Córdoba sea expropiada a la Iglesia se pasan el monumento por los arcos porque su intención descubierta desemboca más allá del río, en la cúspide del esplendor de Al-Andalus, al que la ignorancia pinta siempre como un paraíso en el que fluía la miel pero que, casi como todas las etapas de la historia, tuvo su oscuro envés: el propio filósofo Averroes huyó de la Córdoba gobernada por los almohades que no permitían la interpretación aristotélica del sabio andaluz. Nada de esto se cuenta en los libros ni en los documentales hagiográficos de Canal Sur, que toman esa zona de la Bética como referencia onírica, un paraíso perdido en la memoria en el que el paro no existe y Marinaleda es lo más parecido a un reino de taifas en un documental con voz de Antonio Gala. Los actuales gobernantes andaluces sacan en procesión a los califas, que es como si a un niño le pregunta su tía si quiere más a papá o a mamá y toma partido. Lo normal, aunque sea por vergüenza, es que a los dos iguales, pero hasta ahí llega la mala educación y los desplantes a la historia y al sentido común. Izquierda Unida querrá hacer una corrala y llamar a la Prensa para entregar las escrituras. Cuando un dirigente se obstina en crear un problema donde no lo hay es que le ciega la ideología o pretende tapar un agujero mayor que es con diestra y siniestra lo que hace el bicéfalo gobierno de la Junta, tal que el mundo anterior a 1492 era de izquierdas y los Reyes Católicos de derechas, conclusión del que no sabe hacer la «o» con un canuto si no está bien cargado de hachís. La Junta tiene patrimonio que cuidar, como el cercano palacio de Medina Azahara destruido por los siglos en la desidia y el romántico contemplativo. No usen las piedras del tiempo para lapidar al obispado como si fuera un nido de okupas. Bueno, si fueran okupas ya tendrían las llaves de la ciudad.