Francisco Marhuenda
Los políticos son claves en una democracia
Es cierto que no son buenos tiempos para la política y los políticos. Hay diversos factores que han deteriorado la imagen de una actividad que merece el respeto y el reconocimiento social. Los españoles deberíamos apoyar la política sin importar las ideologías o los partidos. La brutal crisis económica que ha sufrido nuestro país, la más grave desde los duros años de la posguerra, y los escándalos de corrupción han deteriorado la imagen de los políticos. La inmensa mayoría son personas honradas que se dedican al servicio público por vocación. Mi profesión me ha permitido conocer a un gran número de ellos y de todos los partidos. El problema es que los árboles nos impiden ver el bosque. La existencia de alguna manzana podrida nos hace creer, desgraciadamente, que el cesto está lleno de ellas cuando son la excepción. En LA RAZÓN siempre hemos estado y estaremos en contra de la corrupción. Nada puede justificarla, pero también defendemos que no se puede extender la sombra de la duda sobre un colectivo tan amplio y que tiene, por regla general, un comportamiento honorable.
No tenemos una democracia de baja calidad, sino que es perfectamente equiparable a la que tienen el resto de países de la Unión Europea. Estamos entre las naciones más avanzadas del mundo en todos los terrenos y ahora que estamos saliendo de la crisis no lo tenemos que olvidar. Nos tenemos que sentir orgullosos de ser españoles, pero también de nuestros políticos. Me siento muy orgulloso por el comportamiento de políticos de izquierdas con los que no coincido ideológicamente, pero que sé que defienden sus ideas con honradez. No es verdad que sean una casta que defiende sus privilegios. No hay más que observar al resto de los países europeos para constatar que están peor pagados y que también allí se producen casos de corrupción. Lo importante es que se actúe con contundencia, desde la legalidad, contra los corruptos y los corruptores. Lo fundamental es que exista transparencia para que no surja ningún resquicio para la duda.
Hoy impulsamos desde estas páginas un manifiesto «Contra la corrupción, en defensa de la política». Es un texto abierto a todos, para que reflexionemos sobre la importancia de la política en una democracia y que no hay que dar ninguna oportunidad a los que están en contra del sistema con planteamientos demagógicos. La política y los esfuerzos del conjunto de la sociedad nos han convertido en una de las grandes naciones del mundo. Es cierto que somos un país que históricamente pasamos de un extremo a otro. De un exagerado orgullo a un sentimiento de depresión, cuando ni lo uno ni lo otro tienen fundamento. Es triste ver cómo en ocasiones los extranjeros nos valoran mejor de lo que nosotros lo hacemos.
Las naciones grandes valoran tanto la política como a sus políticos. Es lo que tenemos que hacer. A los corruptos hay que tratarlos con dureza, pero no podemos extender la duda sobre el conjunto. Hemos de ser exigentes con ellos, pero también respetuosos. Hay que tratarlos como nos gustaría que nos tratasen a nosotros. Hay que expulsar de la vida pública tanto al corrupto como al incompetente, a la vez que animar el reconocimiento social de esta actividad que es imprescindible en cualquier democracia. No hacerlo es un grave error cuyas consecuencias pagaremos todos.
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