Alfonso Ussía
Los pulmones
A partir de ahora se preguntará por los pulmones de los recién nacidos. El mensaje que han lanzado al mundo los duques de Cambridge va a cambiar la costumbre. Ya no se pregunta si es niño o niña porque se sabe desde el cuarto mes del embarazo. Pero la curiosidad de si rubio o moreno, si feo o guapo, o en el caso de ser varón, si bien dotado o poco aparatoso, ha desaparecido. «Nuestro hijo tiene los pulmones muy grandes», han anunciado los duques. Los ingleses, siempre tan apegados a las costumbres y tradiciones, resultan, en ocasiones, sorprendentes. Y menos mal que se han referido a los pulmones. Peor habría sido que al ser preguntados por las características del bebé hubieran contestado: «Nuestro hijo tiene en perfecto estado el esternocleidomastoideo». -¿Y qué tal tu niño?-; -muy bien, gracias. Tiene unos riñones preciosos-.
El viejo cuento de los trillizos en la incubadora. Dos que hablan y uno que permanece en silencio. -¿Qué eres?-; -creo que niño porque me han puesto unos patucos azules. ¿Y tú?-;-lo contrario. Creo que niña porque mis patucos son rosas. Al fin, los habladores se atreven a preguntarle al tercero, el silencioso, el reflexivo. -¿Eres niño o niña?-; - ni puñetera idea, porque con el pedazo de pitilín que tengo no puedo verme los patucos-.
Me aseguran mis fuentes hospitalarias que en Madrid, coincidiendo con el nacimiento londinense del hijo de los Cambridge, ha nacido una niña muy especial y esperada. Los padres han elegido un hospital bastante caro y han renunciado a la Sanidad Pública en beneficio de la Privada. Ignoramos, hasta el momento, el tamaño de sus pulmones, lo cual se nos antoja una falta de respeto. Los padres, actores, han demostrado que carecen de sensibilidad social. Los reporteros que merodean por los entornos del Ruber Internacional se manifiestan radicalmente indignados.
-Llevamos tres días y tres noches aquí, sin movernos, y ni los padres, ni los hermanos, ni la abuela por parte del padre, ni el abuelo por parte de la madre, ni la hermana de ella, ni el hermano de él, ni los camareros despedidos del restaurante por la hermana del padre, ni el ginecólogo, ni la comadrona ni el director del hospital nos han informado del tamaño de los pulmones de la niña. Se creen superiores al resto de los ciudadanos. Y no les faltan razones para la decepción. En Londres, los duques de Cambridge, que están bastante mejor educados, no han tenido inconveniente alguno en fotografiarse con su hijo en brazos, sonreír a los periodistas e informar detalladamente de la capacidad pulmonar del nuevo príncipe británico, que con toda probabilidad será el llamado a suceder a su bisabuela, la Reina Isabel II, en el trono del Reino Unido, porque tanto el abuelo, el actual Príncipe de Gales, como el padre, el Príncipe Guillermo, no sobrevivirán a la Reina por mucho que les moleste. Y con todo el respeto que me merecen los actores españoles que no informan de los pulmones de sus bebés, ese niño, para la Historia, es más importante que la niña de los pulmones silenciados, que será la reina de su casa, pero no el futuro Rey de los británicos.
¿Se trata de una añagaza para conseguir una buena exclusiva periodística? Todo es posible en España. Estoy leyendo la portada del medio favorecido por la gran noticia. «Gran exclusiva. La niña de los conocidos actores tiene los pulmones bastante grandes». Y la entrevista con la comadrona. –¿Qué momento fue el más emcionante del parto?–. Y ella, que no lo duda. –Cuando el doctor nos hizo partícipes de su holgada capacidad pulmonar. Todos nos pusimos a llorar, y me acordaré de ese momento toda mi vida–.
Hubiésemos preferido una información inmediata en forma de comunicado oficial, o unas declaraciones de la abuela por la parte paterna en las puertas del Ruber Internacional claras y precisas. Experiencia le sobra para salir airosa del trance. Palabras emocionadas y sinceras, como éstas: «La niña está muy bien, y sus padres, felices. Según el doctor, sus pulmones son ideales. Y sí, hemos decidido entre todos que nazca en un hospital privado, porque de ese modo no hay otra madre y otro bebé en la habitación de Pe dando la lata. Además, que al haber demostrado nuestra permanente solidaridad con la Sanidad Pública y las causas de los desfavorecidos, podemos hacer lo que nos apetezca sin dar ningún tipo de explicación. Y no tenemos nada más que decir-.
Ni yo, en el caso que nos ocupa.
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