Alfonso Ussía
Los y las delegadas
Los autores, todos altos dirigentes del Partido Socialista Unido de Venezuela, el gobernante en aquellos predios, convocaron a los medios para dar a conocer la nueva oración, versión bolivariana del cristiano Padre Nuestro. Como era de esperar, el acto lo presidió el sucesor del timonel de la goleta hacia la gloria, resplandor del proletariado, senda de Podemos y comandante de los malvados dólares capitalistas invertidos en el extranjero, Nicolás Maduro. El acontecimiento merecía la presencia del heredero del dulce padre de la nueva Venezuela, el cariñoso protector de los niños –y sobre todo, de sus niñas, a las que ha dejado una fortuna–, y fulgor del amanecer de América, Hugo Chávez. Se daba a conocer por primera vez, el texto del Padre Nuestro bolivariano, y la emoción en el gran salón de Miraflores se podía acariciar con las manos. Lágrimas a punto de cauce en los ojos de todos los presentes. La preciosa composición oratoria de la nueva iglesia que nace.
«Chávez Nuestro, que estás en el cielo, en la tierra, en el mar y en nosotros, los y las delegadas. Santificado sea tu nombre, venga a nosotros y nosotras tu legado para llevarlo a los pueblos de aquí y de allá.
Danos hoy tu luz para que nos guíe cada día, no nos dejes caer en la tentación del capitalismo, mas líbranos de la maldad de la oligarquía, del delito del contrabando, porque nosotros y nosotras es (sic) la Patria, la paz, la vida, por los siglos de los siglos, amén. Viva Chávez».
No se trata de una broma de mal gusto. La oración a Chávez es oficial en Venezuela desde ayer.
Merece la pena el análisis. Sea imaginado Nicolás Maduro uniformado con su chándal de etiqueta rezando con devoción su oración a Chávez. Impacto progresista en la adaptación del lenguaje a los nuevos tiempos. Chávez no sólo está en el cielo, en la tierra y en el mar, sino en los y las delegadas. Se advierte el gran esfuerzo semántico de los autores por abarcar a la totalidad de los fieles desde los y las delegadas. Han imitado, claro está, a nuestras izquierdas, con sus compañeros y compañeras, ciudadanos y ciudadanas, vascos y vascas, jóvenes y jóvenas y miembros y miembras. Pero lo que aquí es simple y llana cursilería y estupidez, allí, en Venezuela, se ha convertido en un arcoíris de fe desde los y las delegadas. Y sigue la oración.
«Santificado sea tu nombre (me suena). Venga a nosotros y nosotras tu legado para llevarlo a los pueblos de aquí y allá». De nuevo, la generosidad del progresismo insistiendo en la diferencia entre «nosotros» y «nosotras». Y vuelvo a la sospecha de plagio de la belleza parlamentaria de nuestros líderes de las izquierdas. Diputados y diputadas, concejales y concejalas, toros y toras, vacos y vacas. Pero siempre, antecediendo el masculino al femenino, cuando lo cortés sería, nosotras y nosotros, ellas y ellos, conejas y conejos, farsantas y farsantes. Mucho exceso feminista, pero los hombres, los primeros. Y sigue la oración.
«Danos hoy tu luz para que nos guíe cada día. (Ya guiados por la luz, ahora viene lo bueno, la rebomba). No nos dejes caer en la tentación del capitalismo, mas líbranos de la maldad de la oligarquía, del delito del contrabando»... Emocionante en grado sumo. La tentación del capitalismo, en la que tantas veces cayó el Oriente del Nuevo Socialismo. Ahí se esconde una confesión oculta del pecado, ánimo de contrición y claro arrepentimiento. Pero nadie de la familia Chávez ha devuelto ni un bolívar de lo sustraído, robado o enajenado al pueblo. «De la maldad de la oligarquía, del delito del contrabando». Prueba fehaciente de la grandeza de la sociedad bolivariana. Sólo existe un delito. El del contrabando. Y sólo Chávez, desde el cielo, la tierra, el mar y los y las delegadas, puede evitarlo. Y sigue la oración.
«Porque nosotros y nosotras –(insisten en la condición secundaria de las mujeres)– "es"la Patria, la paz, la vida». Con todos mis respetos, esto parece redactado por Penélope Cruz. Les recomiendo la corrección inmediata. Quedaría de esta guisa: «Porque nosotras y nosotros –más feminista–, "somos"la Patria, la paz, la vida». Quizá menos emocionante pero más preciso en el uso del lenguaje. Y finaliza la oración.
«Por los siglos de los siglos amén.(También me suena). Viva Chávez».
Me imagino al Coletas y Monedero orando en levítico trance.
Extraordinario esfuerzo místico.
Mucho gilipollas es lo que hay por allí.
Amén y amena.
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