Ángela Vallvey

Mafias

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«Mafia» es una organización criminal de origen siciliano, o de donde fuere; pero en nuestros días la palabra significa sobre todo «grupo organizado que trata de defender sus intereses». Suponemos que las únicas mafias que funcionan en España son la «Gürtel», la mafia china o las del Este... pero, en sentido amplio, mafias hay por todos lados. Esto es: vivimos en una sociedad en la que abundan los grupos organizados que defienden, con puños y garras, sus intereses. Por ejemplo, hay mafias en la política, en la universidad pública, en el acceso a la función pública, si no requiere oposiciones, y en general en todo lo público que, con tanta mafia, empieza a parecer «privado»: exclusivo de unos cuantos, de aquellos que pertenecen a las mafias que controlan «lo público». El mundo del arte también está lleno de mafias. Los poetas saben mejor que nadie que, si no pertenecen a una mafia poética, las posibilidades de ganar premios –«casi» la única manera de publicar poesía– tienden a cero... Lo peor de las mafias es que están destruyendo todo rastro de meritocracia en España, agravando el rápido empobrecimiento que padecemos. El mafioso carece de méritos, sólo sabe militar en las filas de su organización, ser buen correligionario y entusiasta lamebotas de su líder. La meritocracia la inventó antaño la burguesía en su afán de luchar contra el feudalismo y la aristocracia, con idea de hacerse un hueco en el mundo. Hubo un tiempo en que incluso pudo tener sentido la fórmula de Michael Young: cociente intelectual + esfuerzo= mérito. Hoy, la abundancia de mafias hace estragos en el ánimo del español medio, históricamente escaldado. Y nada es más dañino para una sociedad que pensar que se recompensa a quien ni siquiera se esfuerza, o que el esfuerzo no tiene ninguna recompensa.