Escritores

Mañana es tarde para ser feliz

La Razón
La RazónLa Razón

Hoy es el día de los Difuntos, conmemorarles es una manera de recordar que tenemos una vida para ser vivida –que no «malvivida»–. Los seres humanos desde tiempos inmemoriales honran a sus muertos: los Celtas celebraban una ceremonia druídica en honor del dios de los muertos (Samhain), coincidiendo con el comienzo del año nuevo celta. Actualmente, Halloween, si algo honra es el disfraz, banaliza la eternidad del alma, y es una distracción envuelta en menosprecio y distorsión del significado de la muerte así como de la vida. El que mucha gente se haya apuntado a esta fiesta tiene mucho que ver con la negación de la finitud de la vida, lo cual es una manera de no aprovecharla. Por eso, a pesar de que hay muchos libros de autoayuda que versan sobre el tema de «ser feliz», tanta gente, paradójicamente, es infeliz, está deprimida y no le encuentra sentido a la vida, o sea, son una suerte de «zombis psicológicos» o disociados de sí mismos. Otro síntoma de esta negación de la realidad humana es que muchas personas no pasan tiempo con sus padres, hijos, o parejas... Y, un buen día, cuando el ángel de la muerte, o una enfermedad, llama a su puerta, se dan cuenta de que han vivido sin aprovechar su tiempo de vida. Quizá por ello tachan la muerte de «desgracia» cuando todos tenemos una fecha de caducidad. El hecho de que la vida humana caduque nos debería hacer más conscientes del presente y aprovechar cada segundo, porque lo único que no podemos almacenar es tiempo. Hoy es un día para honrar a los muertos, pero también para amar a los que aún están vivos. Hay que celebrar la vida cada día. Las alforjas del alma son las únicas en las que puede almacenar algo que sí pasa la frontera al más allá: la vida vivida, el amor que se sintió y recibió, lo que disfrutó. Mañana es tarde para ser feliz.