Cataluña

Mar de fondo

El temporal ha pasado, pero bajo la espuma que ha dejado la fortísima marejada soberanista provocada de manera absolutamente irresponsable por CIU y su actual líder, Artur Mas, se mantiene el mar de fondo que desde hace decenios, se ha venido en llamar «el problema catalán». Porque problema, haberlo haylo, aunque para analizarlo en sus justos términos haya que pedirles a la práctica totalidad de fuerzas políticas y sociales de Cataluña que se despojen de victimismos, sectarismos, ensoñaciones torticeras e incomprensiones. El primero que debería hacer esa reflexión en profundidad es el propio presidente de la Generalitat catalana que le ha hecho perder doce escaños a su partido en apenas dos años cuando él mismo se había puesto el listón muchos centímetros por encima de lo que ha sido capaz de saltar. No vale decir que se ha ganado por más del doble del siguiente cuando lo que ha ocurrido es que se ha ganado con 18 diputados menos que los que otorgan la mayoría absoluta, y vaya usted a saber por cuántos menos de la mayoría reforzada que Artur Mas ha venido reclamando desde que decidió convocar elecciones cuando apenas había cumplido la mitad de la legislatura. Los guiños que con trazas de pobrecito hablador lanzó en la noche del domingo a Esquerra Republicana de Cataluña, y quién sabe si también a otros como el PSC, no pueden servir para continuar con la enloquecida huida hacia delante en la que CIU ha metido a toda la sociedad catalana. Dos fracasados, CIU y PSC-PSOE, no suman un triunfador, y los socialistas llevan en caída libre desde hace un año perdiendo votos a chorros elección tras elección. Mariano Rajoy, que mantiene una estabilidad sorprendente, tiene la obligación de intentar una maniobra que acabe, o al menos aplaque, ese mar de fondo.