Iñaki Zaragüeta

Margallo no va en broma

Las advertencias del ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García–Margallo, a Fabian Picardo no iban en broma. Tanto, que ayer el Ejecutivo español aprobó la primera medida de una serie para complicar la licenciosa vida política, no sólo de los gestores gibraltareños sino de la propia población y del «premier» británico, David Cameron, cuya situación no está precisamente para demasiados vaivenes.

El acuerdo del Consejo de Ministros ha tramitado una ley en la que prevé castigar con multas de hasta dos millones de euros a las gasolineras flotantes que operan en el Estrecho trasvasando combustible a otros mercantes, práctica conocida como «bunkering», que deja importantes beneficios a las autoridades del Peñón. La gran novedad de esta norma es que impondrá sanciones ante el riesgo medioambiental, no como hasta ahora, que se multaba tras producirse algún vertido a las aguas.

Por si a Picardo no le es suficiente, la Comisión Europea investigará si los rellenos con piedras y arena para ganar terreno violan la legislación medioambiental comunitaria, como ha denunciado nuestro Gobierno.

Lo escribía hace una semana. Margallo no se va a andar con chiquitas: «O se retiran todos los bloques de cemento lanzados al mar o los problemas para los llanitos y para el Gobierno de Su Graciosa Majestad crecerán». Nuestro ministro y, por tanto, Rajoy, utilizarán armas a su alcance, como la batalla legal por el istmo, implantación de la tasa de congestión, vigilancia del contrabando, control del blanqueo de dinero y de la fiscalidad ...

Parece claro que España está dispuesta a superar los errores de los socialistas y no va a consentir la política de hechos consumados practicada desde la Roca, de excelentes resultados hasta ahora. Así es la vida.