Lucas Haurie

Mariano el seductor

La Razón
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Los últimos muestreos, filtraciones interesadas de trackings privados a falta de encuestas legales, abrochan con total coherencia el final de una campaña electoral que empezó Rajoy en los corrillos del Día de la Constitución, cuando le dijo a Pablo Iglesias: «Vais muy bien». La alianza de extremos entre PP y Podemos, cuyo radicalismo se retroalimenta para galvanizar a las respectivas parroquias, es la única certeza del minué que han bailado durante los últimos meses unos partidos convencidos de que el electorado ha cambiado pero ignorantes del sentido de ese cambio. Suben, o dicen que suben, los inequívocamente de derechas y los inequívocamente de izquierdas para dibujar (o fingir) un escenario frentista que empuje al elector moderado hacia el «voto útil2, pamema infecta con la que los cínicos tratan de expiar sus pecados y de postrar la voluntad ciudadana ante el pestilente altar del miedo al otro. «Yo seré lo que sea, estúpido votante, no lo niego. Pero aquéllos son peores». Al clásico y celebérrimo sondeo interno, en el caso de los partidarios de Rajoy, se ha sumado para esta jornada de reflexión el globo sonda, que incluye la entronización definitiva de Susana Díaz como mujer de Estado sobre la que habrá de reposar el mantenimiento del bipartidismo tradicional, demostrada en la tele la intratable radicalidad de Pedro Sánchez. Una de las debilidades de la presidenta de la Junta es el exceso de autoestima y esta propuesta lleva implícita una alabanza a su descomunal ego verdaderamente maquiavélica. Como la dama que es, ha respondido al galanteo con impostado escándalo... pero en sus ojitos arrobados se nota que hizo mella el halago. Si el gallego se la lleva al huerto, chapó a su magisterio.