Julián García Candau
Más crispación
Mourinho, presunto mejor entrenador del mundo, dejó en el banquillo a Casillas, mejor guardameta español, uno de los tres mejores del mundo, campeón de Europa en dos ocasiones y mundial, y ello no fue decisión técnica.
La suplencia de Casillas se presta a una serie de preguntas. La primera podría estar dirigida a las intenciones del técnico portugués. ¿Quiere tensar la cuerda hasta que le despidan? Casillas no comulga con las ruedas de molino del entrenador y, a pesar de que últimamente ha hecho declaraciones en su favor, Mourinho no lo cree y de la misma manera que sancionó un día a Sergio Ramos esta vez le ha tocado a Iker. Ya lo humilló en el Trofeo Bernabéu. No es, pues, la primera ocasión en que el entrenador quiere mostrar gen dictatorial, su insufrible autoritarismo.
Mourinho lleva tiempo pidiendo un portero que pueda suplir a Casillas y lo hace para descartar a éste de la titularidad. Lo que hizo ayer en La Rosaleda ante el Málaga, independientemente del resultado y de la actuación de Adán, su sustituto, que también podía ser víctima, es un reto al club, a los aficionados y al presidente. Y lo perdió. Florentino Pérez dijo hace tres días que la tensión no beneficia a quien la crea. En La Rosaleda el técnico creó más crispación. Un presidente no debe indicar al entrenador las alineaciones idóneas, pero en esta ocasión darle un toque sería justo y necesario. Mourinho no puede escupir en el escudo del club y el guardameta es hoy la mejor imagen del madridismo.
Posdata. El Barcelona, a dieciséis puntos de diferencia; el Atlético, a siete, y sólo dos más que el Málaga. La tensión perjudica a quien la crea.
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