Toni Bolaño

Más vale solos que...

La cadena humana del 11 de setembre señalará el camino de la Vía Catalana para la Independencia, como reza el lema de la convocatoria. Sus convocantes son independentistas, nunca han dicho lo contrario, y así se lo hicieron saber a los necios que les pedían un apoyo inequívoco por el derecho a decidir y no por una apuesta independentista. Unió Democràtica, Partit dels Socialistes, Iniciativa per Catalunya y la UGT –CCOO sigue en el limbo– saben ahora lo que muchos sabíamos. Que el derecho a decidir es un eufemismo. Que los independentistas lo han utilizado como pantalla para su verdadero objetivo: la secesión de Cataluña.

El PSC ha sido el primero en decir que no participará en la cadena humana. Pere Navarro, su primer secretario, se ha esforzado en reivindicar el federalismo y se ha mostrado contrario a la independencia de Catalunya. Sigue reivindicando el derecho a decidir aunque sabe de sobra que esa es la trampa de la que no puede escabullirse. Él se metió en este jardín que se ha convertido en el remolino en el que se debaten militantes, simpatizantes y votantes socialistas. La mayoría de su partido que no entiende esa postura supuestamente equidistante entre los separatistas por un lado y el bloque formado por PP y Ciutadans.

Sin embargo, en el PSC no todos piensan igual. Algunos quieren ir más allá de estos postulados de Navarro. Les saben a poco. Defienden el derecho a decidir y no hacen ascos a la autodeterminación de Catalunya. Son los que piensan en un Partido Socialista desligado de un proyecto de España. De obediencia catalana e inequívocamente soberanista. Son los mismos que ahora se plantear si acudir a la manifestación independentista del 11 de setembre.

Si acuden, actuarán con total deslealtad con el PSC. Su presencia será oportunamente amplificada por los medios de comunicación. Será como un navajazo a la credibilidad del PSC. Si acuden, Pere Navarro tendrá que actuar contra esos militantes que, sin duda, se han equivocado de partido. Su único camino a seguir para parar la hemorragia de votos y, lo que es peor, la desmoralización de su electorado, será la expulsión. Más vale ponerse rojo un día que ciento colorado y, sobre todo, más vale solos que mal acompañados. Hacer la vista gorda solamente llevará a que la hemorragia sea irreversible. Suya es la decisión.