Alfonso Ussía

Memoria pectoral

Hubo un tiempo en el que las empresas editoras de España pugnaban por conseguir los derechos para publicar las «Memorias» de Sabino Fernández Campo, Adolfo Suárez o Felipe González.

En nuestra malparada nación no existe una gran tradición memorialista, como en los Estados Unidos, Francia o Inglaterra. Un extraordinario editor de «Planeta», Rafael Borrás, se inventó junto al viejo José Manuel Lara la colección «Espejo de España», más de cien volúmenes autobiográficos cuyos autores cumplían y rebasaban todos los límites de la política española. Pero el memorialismo en España se reduce a quedar muy bien y criticar a los demás. No obstante, el esfuerzo de la «Memoria de España» nos ha dejado algunos libros fundamentales, como «Las Coversaciones Privadas con Franco» de su primo Franco Salgado-Araujo, tan interesantes como reveladoras y cotillas. Las «Memorias» de Serrano Súñer y Vegas Latapié, los desordenados recuerdos de Saínz Rodríguez, la «Grandeza y Miseria del PCE» de Gregorio Morán, la «Historia del Franquismo» de Ricardo de la Cierva y «Los Cuatro Generales» de Cabanellas, entre otros. También Plaza y Janés editó interesantes autobiografías, todas ellas escritas bajo el amparo de la soberbia y la vanidad de sus autores. El gran autor autobiográfico de la España de hoy ha sido Jesús Pardo, que trata con más elegancia a los demás que a su propia persona.

Hoy privan otro tipo de biografías. Creo que se publicaron las «Memorias» de Belén Esteban, y que en la actualidad está pensando aceptar una generosa oferta editorial para hacer lo mismo, una chica conocida por «La Pechotes». La curiosidad me vence. Si es cierto que esta joven agraciada en sus curvas se halla en trance de contarnos sus recuerdos, no alcanzo a figurarme el interés que éstos puedan tener para los lectores de hoy y de mañana. Por muy interesante que haya sido su vida cumplida, a los veinte años resulta harto complicado resumir sus «Memorias» más allá de tres circunstancias inolvidables. El día que se puso su primer «Mini-Belcor», el día que abandonó el «Mini-Belcor» para custodiar sus pechos en cazuelas más generosas y el día que conoció a su amigo Francisco Nicolás. No le ha dado tiempo a protagonizar muchos más episodios de impacto nacional, exceptuando –se me olvidaba–, el día de su Primera Comunión.

Conocí y traté –con distancia–, a un escritor, extremeño como los grandes José Miguel Santiago-Castelo, Trigo y Gabriel y Galán, que en plena actividad literaria y periodística en el «ABC», consiguió que le publicaran sus «Obras Completas». Se llamaba Pedro de Lorenzo, y al recibirlas dedicadas Manuel Halcón, le llamó para agradecerle el detalle.

–Muchas gracias, Pedro, pero eso significa que dejas inmediatamente de escribir, porque si lo sigues haciendo, tus «Obras Completas» van a quedar incompletísimas–. Y Pedro de Lorenzo se quedó cortado y no supo justificar el fruto de su vanidad.

Para mí, que «La Pechotes» es también una chica muy vanidosa. No me atrevo a poner en duda sus dotes literarias y el secreto interés de su existencia. He visto alguna fotografía suya y puedo dar fe de que su apodo responde fielmente a la estructura pectoral de su cuerpo. Y he leído que presume de ser la amiga íntima de un joven y presumible estafador. Escaso bagaje, a mi entender, para aplicarse en el duro trabajo memorialista. En su mano tiene que su vida sea apasionante, pero es necesario que la enriquezca con otras experiencias. Si se mueve con habilidad, algún futbolista de mediano rendimiento puede caer en sus redes. Y entonces sí. Que escriba sus «Memorias» y triunfe culturalmente en esta vieja España que sabía leer.