Violencia de género
Menos odio y más amor
¿Qué nos está pasando? ¿Tan frustrados y hartos estamos como para matar a un semejante? El amor nunca maltrata. En cambio, el odio, cuando se junta con la ira y la frustración, es capaz de realizar atrocidades. El síndrome de Medea es real: una madre, o un padre, mata a sus hijos. Caín contra Abel: mujeres y hombres se matan entre ellos. La frase «El hombre es un lobo para el hombre», de Plauto, se queda corta en casos como lo ocurrido en Campo de Criptana. Algo anda muy mal en el alma del ser humano. No había denuncias por malos tratos. ¿Inverosímil? Es bastante más habitual de lo que parece. Muchas mujeres no denuncian. Algunas no lo hacen porque el maltrato psicológico lo tienen normalizado, incluso su entorno las anima a «disculpar» el malhumor o carácter del hombre. Los hombres maltratados tampoco denuncian, a la mayoría le da mucha vergüenza.
No se trata de mujeres con bajo nivel intelectual, sino con poca inteligencia emocional. Una autoestima baja no es patrimonio de una clase social ni de un nivel de estudios bajos, puesto que tiene que ver con la idea que una persona tenga de sí misma, de cómo cuide de sus valores, de sus principios y de cómo estructure su dignidad. ¿Quién fue? ¿Qué pasó? Hay varias hipótesis o posibles escenarios. Lo que está claro es que nunca se conoce lo suficiente a una persona. Como el iceberg, mostramos muy poco de nosotros a nuestros semejantes. Nos sobra odio, y nos falta amor. Resultado de la desconexión o crisis espiritual de nuestra época.
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