José María Aznar Botella

Mercados no emergentes

Hacía tiempo, desde finales de los 90, que el mundo no presenciaba una gran crisis de los países emergentes. Quizá sea prematuro decir que estamos al borde una nueva crisis, pero en mi experiencia, nunca una correción tan brutal como la que han sufrido las bolsas de estos países así como el mercado de materias primas, no va seguida de una notable desaceleración de la actividad económica en esas regiones.

China, Rusia, Turquia o Brasil entre otros atraviesan dificultades. Desde el esfuerzo por contraer el crédito en China, a la galopante inflación en Brasil, por unos u otros motivos, estos países están en problemas. Parece que el superciclo alcista en materias primas ha llegado a su fin, consecuencia natural del menor crecimiento en el mundo desarrollado, pero sobre todo en China, cuya transición hacia una economía liderada por un mayor consumo interno no se hará sin traumas.

El freno en el alza de las materias primas es sin duda una buena noticia para los países consumidores de las mismas, siempre que la salida de capital que se produzca en los países productores se haga de forma ordenada. No hay duda de que esto es lo que estamos presenciando en las últimas semanas, una fuga de capital en toda regla de los mercados emergentes.

En otro tiempo y quizá ahora también, este realineamiento del capital global no debería ser disruptivo para los países desarrollados, pero la novedad esta vez es que las economías emergentes representan ya una parte importante del PIB global y han sido en gran medida bancarizadas.

En las próximas semanas sabremos si esta corrección representa una oportunidad para poner más capital a trabajar en los países desarrollados, o si por el contrario, es el principio de algo mucho más serio y una amenaza para una eventual recuperacion. Lo que sabemos seguro es que la inflacion, y las políticas socialistas que llevan a la misma, siempre tienen consecuencias devastadoras.