Martín Prieto

Mercadotecnia «podemos»

La democracia sin adjetivos (orgánica, popular, bolivariana...) es un sistema imperfecto, pero que permite a cualquiera conformar un partido y presentarse al escrutinio de la sociedad. Podemos tiene derecho a trepar sobre circunstancias adversas y aspirar a darle la vuelta al país. Pero no sobrevaloremos a esta muchachada de PNN de la Complutense, cuyas propuestas tienen más agujeros que la bandera de Nápoles. Las europeas son elecciones ancilares, y Ruiz-Mateos llegó a obtener la mitad de votos que Pablo Iglesias. Hay televisoras que consideran que estos chicos son negocio, pero Belén Esteban tiene más «share» que estos caballeros, que han descubierto tardíamente la lucha de clases. El Politburó de Podemos no es tan inteligente, sino una conjunción de listos oportunistas, hábiles publicistas, agresivos comerciales que venden crecepelo garantizando a los calvos la coleta del líder. Han hecho un estudio de mercado sobre una nación agobiada y ofrecen un viaje al castillo del Mago de Oz. La ecuación básica de la demagogia es ofrecer pan a una masa famélica aunque no dispongas de un obraje de panadería. Da igual: te seguirán fervorosamente sin preguntar. Carecen de pensamiento coherente y repiten consignas como mantras de fácil asimilación aunque no signifiquen nada. Podemos no puede romper el bipartidismo, porque aunque rebosen vaselina verbal no disimulan su marxismo-leninismo, y los españoles no parecen proclives a ser administrados por el socialismo real. Repudian la Transición, una de las escasas ocasiones en que los españoles derrocharon grandeza. Los efectos negativos de la crisis durarán hasta 2018 y entretanto se pueden colar viejas profecías esgrimidas por jóvenes astutos que no saben leer un presupuesto. Hasta Obama llegó a la Casa Blanca con el «Yes, we can» de un joven publicista y acabó demostrando que no puede. Podemos sale de la misma madeja gregaria y descontenta que Madame Le Pen o el Tea Party. Es el comunismo vergonzante de los agobiados y cabreados.