Caso Marta del Castillo

Mierda de causa

La Razón
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Decía José Saramago que dentro de nosotros existe algo que no tiene nombre y eso es lo que realmente somos. La novia de Samuel Benítez, acusado de encubrimiento por la desaparición y muerte de Marta del Castillo y declarado inocente, ha tenido los santos ovarios de enviar un mensaje a Antonio del Castillo: «Ojalá no encuentre nunca a su hija». Lo de esta señora tiene nombre y es exactamente lo que es. Hay que estar vacía, hay que ser una descerebrada sin corazón, no ya para enviar este mensaje, sino siquiera para pensarlo y sentirlo, sobre todo esperando un hijo como lo está ella. «Ojalá siga pagando en vida el daño que hace a gente que no tiene que ver con vuestra mierda de causa». Por si alguien se ha perdido entre tanta basura vertida, recordarle que «vuestra mierda de causa» es el asesinato de Marta y la no aparición de su cuerpo.

Solo espero que la tal Andrea no reciba nunca en su teléfono un mensaje semejante. No porque no se lo merezca, sino porque eso implicaría que otra panda de impresentables, aprovechándose de las lagunas legales y de una presunción de inocencia que nunca favorece a los inocentes, perpetren con su hija algo parecido a lo que sucedió con Marta del Castillo. Por eso espero que Andrea nunca reciba un mensaje de la novia de alguien diciéndole que ojalá no encuentre nunca a su hija y su mierda de causa. Es más, espero que su hija nunca lea el vómito escrito por su madre al padre de una hija asesinada cuyo cuerpo no ha podido ser enterrado porque los implicados en el caso no han querido confesar su paradero. Decía Ryszard Kapuscinski que las malas personas no pueden ser buenos periodistas. Tampoco creo que las malas personas puedan ser buenas madres. Y por favor, que alguien de una solución a esta familia porque es imposible que sea tan difícil. No podemos tener a un padre como Antonio del Castillo en esta situación. Esa dejadez inhumana duele e indigna más que una mierda de mensaje. Ánimo a Antonio y a toda la familia, que ya ni sabemos como infundírselo con meras palabras.