Marta Robles
Mirando al futuro
Reconozco que hubiera querido retomar esta columna celebrando el triunfo de Madrid. Reconozco que pese a que diez días atrás me aseguraron que las apuestas internacionales estaban 3 a 1 a favor de Tokio viví las horas previas a la decisión del COI contagiada por el entusiasmo general y esperanzada por conseguir que Madrid fuera designada la ciudad olímpica de 2020. Reconozco que hasta llegué a creer, de verdad, que nosotros seríamos los elegidos...Pero no ha sido así. No ha podido ser. No digo yo que no se hayan hecho todos los esfuerzos necesarios..., pero no han sido suficientes para paliar el recuerdo de esa «Operación Puerto» que tanto daño ha hecho a nuestro deporte, ni para borrar la imagen de una España en crisis y con demasiados asuntos turbios por resolver. Admitámoslo: quizás, sencillamente, no era el momento. Como tampoco lo es para preguntarnos si debimos volver a presentarnos o no. De nada sirve llorar sobre las zapatillas tras el partido perdido. Ahora toca decidir nuestro papel en 2024, pero no sin antes hacer acto de contrición y saber en dónde y por qué hemos fallado. Tal vez si nos centramos en las medallas que podemos ganar limpiamente en Brasil y en Japón y en proyectar al mundo la imagen de un país que, más allá de crisis y corrupciones, es capaz de salir delante y que apoya a los suyos sin fisuras, en cualquier proyecto decisivo, consigamos la credibilidad y el respeto necesarios para que la suerte nos toque con su varita, nos elija como ciudad olímpica, y pronto nos deje volver a ver los triunfos de los nuestros en nuestras propias calles y en nuestras propias plazas.
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