María José Navarro
Monumentos
Hay un chino que se va a tomar dos años sabáticos recorriendo el mundo. El susodicho es estudiante pero tiene el dinero por castigo, vaya esto por delante para evitar que cualquiera de Vds tome ejemplo. La criatura se ha gastado un millón de euros para estar de vacaciones durante veinticuatro meses y lo hará viajando en primera y durmiendo en hoteles de cinco y seis estrellas, que son esos donde puedes robar el albornoz y ni te persiguen ni nada. El chino va a recorrer ciento cincuenta países con bienes declarados Patrimonio de la Humanidad, así que acabará pisando, si nada lo remedia, novecientos sesenta y dos monumentos sin quedarse en ningún lugar más de un día. Al chiquillo le han dado el recorrido hecho: sólo tuvo que acogerse a la oferta de una agencia de productos de lujo que a estas alturas no debe dar crédito de que haya alguien tan podrido de pasta como para permitírselo. Por cierto, el chino, pasará por España para ver la Alhambra y otras piedras, porque resulta que este país nuestro tan castigado es una maravilla para los extranjeros y está plagadito de legados que les encanta contemplar. Para que el viaje tenga una vertiente solidaria (eso tan naif y tan cursi y tan de moda) el estudiante donará diez mil euros del presupuesto a la UNESCO para preservar los monumentos, es decir, lo suelto que lleva en el bolsillo. Una, que está cada día más canina de sueldo, ha aprendido que lo que más le gusta son cosas que cuestan poco. Un amanecer, una siesta debajo de una parra, una caña bien tirada. Aún así he visto la Alhambra. Sobre todo la Alhambra Reserva 1925. Y de cerca, oigan.
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