Julián Cabrera

Morenés y la acción-reacción

Decía Alfonso Ussía presentando al ministro de Defensa hace unas semanas en el foro de este periódico, que los militares son de la poca gente que aún puede exhibir decencia en este país. Morenés añadía en este mismo foro que el Ejército como cualquier otro estamento del Estado está para cumplir la Constitución; no iba más allá lo afirmado durante la Pascua Militar por el propio responsable de Defensa. Pero visto el efecto de recordar lo obvio, parece claro que la estrategia de «acción-reacción» de la que se nutre la demagogia nacionalista, tiene un peso especial en la meridiana línea estratégica marcada por el Gobierno catalán actual. Cuando se inicia una etapa de gobierno con un pie puesto en la realidad que impone la crisis económica y el otro en el populismo facilón, el argumentario que queda es seguir culpando al Estado de todos los males y alimentar la mentira del enemigo exterior.

Si alguien pensó que la dimisión de la eurodiputada del PSC María Badia tras firmar con otros europarlamentarios una absurda carta pidiendo amparo a la UE ante una posible «intervención militar» en Cataluña era el último capítulo de una ocurrencia preelectoral, estaba muy equivocado. El nacionalismo –sobre todo cuando tiene marcada una hoja de ruta a medio plazo– se nutre de esa acción-reacción que pasa por sacarle punta al mero hecho de gobernar para todo el país y explicarlo.

El matrimonio CiU-ERC ya ha mostrado sus primeras cartas; esta vez el problema han sido Morenés y sus militares; mañana será cualquier otro representante del Estado y así mientras dure el invento. Y mientras tanto, a desviar la atención de los problemas reales avanzando en la deriva soberanista y si alguien osa piar agitando la Carta Magna, ya saben, lo que agita son gorras y sables.