César Vidal

Nadie conoce a Bourne

Me constaba ya hacía tiempo que la oposición no se caracteriza por contar entre sus filas a mucha gente caracterizada por la afición a la lectura. Ahora, oyendo clamar a sus miembros – y miembras– por el asunto del espionaje, he llegado a la conclusión de que tampoco van mucho al cine. Cualquiera que se haya molestado en ver la trilogía de Bourne protagonizada por Matt Damon sabrá que los servicios de inteligencia de Estados Unidos lo mismo actúan en Tánger que en Berlín, Moscú... o Madrid. En cualquier caso, piensen lo que piensen unos y otros, yo reconozco públicamente que me parece totalmente lícito realizar labores de inteligencia en otras naciones aunque sean aliadas. Por supuesto, España – al igual que China que no deja de protestar contra Estados Unidos– jamás realiza ese tipo de actividad. Así, se explican muchas cosas. Por ejemplo, así entendemos que no haya manera de saber dónde para Josu Ternera a pesar de que nuestra justicia lo busca desde hace años. También así comprendemos por qué ningún gobierno nacional se ha enterado de cómo las fantasmagóricas embajadas de Cataluña en el extranjero se dedican a denigrar a España las veinticuatro horas del día. De la misma manera, nos explicaríamos por qué se ha permitido que en Noruega, admirable nación escandinava, los nacionalistas catalanes hayan influido tanto en los libros de texto que, hace apenas unos días, el diario más importante, al referirse a un encuentro entre el Real Madrid y el Barça, contara la majadería de que España invadió Cataluña en 1714. Por supuesto, hasta podríamos percatarnos de por qué nunca se presentaron quejas formales contra estados que brindaban refugio en sus legaciones diplomáticas a terroristas de ETA entregándoles incluso pasaportes diplomáticos con el argumento de que los asesinos eran los guardaespaldas del número uno de la legación. Ya en el colmo de la iluminación hasta cabe la posibilidad de que nos entren en la estrechez de nuestra hispánica mollera las razones por las que una nación de Oriente Medio, formalmente amiga de España y entrañablemente querida por algunos de nosotros, está dispuesta a recibir a Mas con albricias y parabienes a fin de que haga propaganda de proyecto independentista ante la flor y nata de las fuerzas vivas del país. Visto lo visto, ignoro qué es lo que más pesa en esta situación. Sinceramente: ¿es la hipocresía, la demagogia, la necedad o la ignorancia? Quizá sea esta última. A fin de cuentas, al parecer, nadie conoce a Bourne.