Cargando...

Podemos

Nepotismo

La Razón La Razón

No es bueno que los nuevos políticos, que acaban de lograr el poder municipal, den muestras enseguida de utilizar las viejas artes que ellos con tanta vehemencia combatieron. Cualquier gesto que se preste a levantar sospechas de nepotismo y de aprovechamiento del cargo produce desengaño y perplejidad en los que, con indisimulado entusiasmo, les votaron, y da pie a la exacerbada crítica de sus adversarios políticos, que ellos, extrañados, consideran sin duda exagerada. Puede que lo sea, pero eso quiere decir que no conocen el paño ni el terreno que pisan. Tendrían que actuar con más humildad, más cautela y más finura. Una mujer tan experimentada como la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, toda su vida comprometida ostensiblemente con la justicia y con la ética, lo sabe. Y si no, es que no sabe nada de la condición humana ni de la política. Seguramente habrá leído aquello de Pérez Galdós de que «la moral política es como una capa con tantos remiendos que no se sabe ya cuál es el paño primitivo». Ésa es la sensación que está dando doña Manuela en el poco tiempo que lleva en la alcaldía. Los remiendos empiezan a deslucir y desdibujar el primitivo paño, tan elogiado y brillante hace apenas unos meses. La crítica aumenta, la vigilancia es más intensa y la desilusión va apoderándose de la calle. Existen pocas dudas de que la alcaldesa está en su derecho de nombrar para cargos de libre designación a personas que ella considere competentes y dignos de su confianza. Primero fue a su sobrino Luis Cueto como su factótum, su mano derecha, y ahora al padre de la controvertida y poderosa concejal Rita Maestre para un puesto de responsabilidad y bien pagado en la Agencia Tributaria municipal. Pero chirría un poco ¿no? Es normal que se alcen voces críticas con acusaciones de nepotismo. Y llegados a este punto, una sentida consideración. Sería triste que de Carmena y de los que la presentaron en la lista, un día, sin tardar mucho, se diga lo que escribió el antedicho Galdós: «Vivía dos existencias, la del pan y la de las quimeras».

Cargando...