César Vidal
No a la intervención en Siria
A medida que pasan las horas, y mientras ha comenzado la cuenta atrás para salir de Afganistán, casi todo apunta hacia una intervención militar en Siria. Como ya apunté hace meses con ocasión de la «Primavera Árabe», soy totalmente opuesto a esa eventualidad. A diferencia de muchos que se han beneficiado durante años viajando a Siria y halagando al dictador Assad, su régimen me pareció siempre repugnante y digno de condenas y sanciones. Con los matices que se quiera, siempre tuve la misma visión respecto a Gadafi y Mubarak. Sin embargo, desde el principio, señalé que la intervención en Libia o en Egipto se traduciría en abrir la puerta a movimientos islamistas que podrían ser mucho peores, igual que la caída del shah trajo a Irán una dictadura mucho más perversa. No tengo la sensación de haberme equivocado. La Primavera Árabe – en la que nunca creí y contra la que advertí – se ha convertido en asfixiante estío arrastrando al borde de la guerra civil a varias naciones. Si Occidente desea que el caso iraní se repita, tiene muchas posibilidades de conseguirlo interviniendo militarmente en Siria. Soy consciente de que se aduce la ayuda humanitaria. No es flaco argumento aunque su desarrollo no sea tan sólido como parece, resulte históricamente reciente y, por añadidura, quiebre siglos de Derecho Internacional. Si, efectivamente, la idea es castigar militarmente a todos los regímenes que violen los derechos humanos, imagino que mañana se invadirá Cuba y pasado, China, y al otro, Corea del Norte, por no hablar de casi todos los países islámicos y buena parte de los africanos. En suma, podemos prepararnos para la guerra generalizada, perpetua y en todas las direcciones con centenares de miles, si es que no millones de muertos, eso sí, felizmente liberados. Además, ese conflicto infinito deberán capitanearlo unos Estados Unidos más que endeudados por las intervenciones en Irak y Afganistán ya que el resto de naciones poco o nada contribuyen a la resolución de esas tesituras a pesar de lo que gimotean algunos. Es decir, empujaríamos a la mayor democracia del mundo hacia la quiebra con todas sus consecuencias. Más valdría que los gobiernos occidentales presionen a las dos partes en conflicto para que eviten en Siria la comisión de crímenes contra la humanidad y que los ciudadanos, si son creyentes, eleven sus preces al Altísimo para que todo acabe pronto. Pero una intervención militar sólo serviría para recaldear una zona ya suficientemente explosiva y hundirnos más en la crisis.
✕
Accede a tu cuenta para comentar