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No atacar a la hostelería

La Razón
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En un país con un 20% de paro no nos podemos permitir que alguien que jamás ha creado un puesto de trabajo ni generado riqueza ponga escollos al crecimiento. Que, además, se demonice el turismo es francamente preocupante. No se hace desde posturas racionales de cooperación público-privada para garantizar la inversión y el respeto al medioambiente. Se hace desde una percepción muy curiosa de «lo público»: mejor en ruinas que desarrollado por capital privado.

En Ibiza, el bloqueo por parte de la administración a un proyecto de excelencia de unos 300 millones de inversión en Platja d’en Bossa que hubiera generado más de 3.000 empleos y recuperado una parte de la isla, muestra esa visión sesgada que no ocurre en otras partes del mundo. Bloquear un plan de excelencia que recuperaría una zona adyacente que hoy se mantiene desaprovechada. Extendería la temporada y crearía empleo de mayor calidad y valor añadido. En vez de pensar en cómo mejorar la calidad y sostenibilidad de las zonas turísticas, como se hace en los países líderes, se mantiene una zona semiabandonada por motivos ideológicos, con tal de que no se invierta.

Debemos pensar en el sector de la hostelería como un modelo de desarrollo del patrón de crecimiento, no como un objeto del sabotaje por parte de una administración que entorpece en vez de buscar mayor valor añadido, mejor calidad de empleo y crecimiento de la oferta cultural, gastronómica y de servicios para los que este sector son carta de presentación y pilar de desarrollo.

¿Qué debe hacer una administración realmente comprometida con el medio ambiente y el desarrollo sostenible? No entorpecer y hacer que las inversiones se vayan a otro país, convirtiendo al sector hotelero en un «contribuyente cautivo» de nuevos impuestos. Debe entender que se consigue mucho más con una colaboración público-privada centrada en inversión de auténtico valor añadido. Cuando uno viaja a Carmel o al valle de Napa, y luego ve ejemplos de abandono por bloqueo público como el mencionado en Ibiza o Maracaibo, Venezuela, entiende que la solución no es la prohibición.

El sector hostelero representa un 7,4% del PIB y emplea a más de 1,4 millones de personas. Se estima que puede generar otro millón de puestos de trabajo en dos años. Debemos verlo como un motor que apoya el cambio de patrón de crecimiento, no como algo que debe entorpecerse.