España

No es tan guapo

Muchos militantes socialistas se han enciscado contra algunas de las historias que se relatan en el libro “Manual de resistencia”, acusándolo de falta de veracidad, de omisiones relevantes y de múltiples imprecisiones.

Sin embargo, yo me veo obligado a defender al líder socialista. Mi argumento principal es que Pedro Sánchez sólo sería criticable si el libro fuese suyo, pero Irene Lozano ya se ha autoproclamado “responsable de la forma literaria”, que en román paladino significa que lo ha escrito ella.

A estas alturas, todo el mundo sabe que es difícil encontrar la autoría de Pedro Sánchez en los escritos que llevan su firma. Pero, a diferencia de otros episodios recientes, en este caso hay menos controversia, esta vez no hay que esconderlo, sino que hay que promocionarlo para vender y, además, tampoco hay que someterlo al dichoso Turnitin.

Mejor así, porque después de toda la polémica en otros asuntos, PP y PSOE han terminado dando un carpetazo y ni Pablo Casado, ni Cristina Cifuentes, ni el propio presidente comparecerán en el Parlamento por lo de sus trabajos académicos.

Sin embargo, lo que sí se podría reprochar al líder socialista es no haberlo leído en detalle una vez escrito, lo que ocurre es que eso es tedioso y es archiconocido que la lectura y las citas de frases célebres no son su fuerte.

Aunque de haberse esforzado, se hubiese dado cuenta de que se obviaban datos relevantes como, cuando en junio de 2014 y una vez que Susana Díaz decidió estar fuera de la carrera por el liderazgo, se reunieron con él los líderes de las tres federaciones más importantes en un hotel en Pozuelo de Alarcón para darle su apoyo como secretario general, pero no como candidato a la presidencia del Gobierno. Cosa diferente es que Sánchez lo quisiese todo y engañase a los tres y al expresidente Zapatero, que estaba presente.

También he tenido que reprochar que se divulgue el libro en PDF. Primero, porque hay que proteger los derechos de autor y, después, porque no piensan en el líder socialista. Las encuestas malician que en abril firmará su finiquito y no comprar el libro es poner en peligro su bienestar económico.

Ojalá hubiese tenido algún derecho de autor cuando dimitió como secretario general y estuvo aquellos meses recorriendo España como parado, según ha afirmado en repetidas ocasiones.

Pero los críticos no paran y también le han reprochado tergiversar la realidad cuando explica la crisis en el PSOE de Madrid. Nuevamente, me veo obligado a defender al presidente. Primero, insistiendo en que a quien habría que pedir cuentas es a Irene Lozano.

En segundo lugar, porque si hay alguna parte que especialmente no ha podido revisar es la que corresponde a su federación, por eso de los malos recuerdos. Cualquier afiliado de Madrid sabe que, muy injustamente, a Pedro Sánchez no se le tenía un gran aprecio interno en la organización, incluso le costó a la dirección madrileña sudor y lágrimas que en las primarias contra Madina y Pérez Tapias, Sánchez obtuviese más apoyos.

Además, aquella malvada dirección madrileña se empeñaba en considerar que había otras personas más cualificadas y solventes para ser diputados nacionales, de esta manera le reenganchaba en los puestos templados Pepe Blanco y siempre terminaba heredando el escaño cuando algún titular se iba. Curiosamente Blanco quería que fuera diputado pero también apoyó a Susana Díaz.

Es evidente que el presidente prefiere pasar de largo esas páginas, lo malo es que cuando reprendo a los críticos argumentando todo lo que acabo de exponer, me responden, airados, que “no es tan guapo como para leer tan poco”.