José María Marco
Nuevo antisemitismo español
Hace unos cuantos años, no muchos, mantener una actitud favorable a Israel y al judaísmo en general significaba casi siempre estar situado, políticamente, en el centro y tirando a la izquierda. Al fin y al cabo, la creación del Estado de Israel tuvo en su momento algo de utopía socialista, y aquello daba un matiz especial al sionismo, que estaba en su origen. En las mentalidades más conservadoras, o más de derechas, sobrevivía el antiguo recelo hacia los judíos. A pesar de haber manifestado siempre una lealtad ejemplar –hasta el sacrificio más abnegado– hacia todas aquellas comunidades políticas en las que han vivido, los judíos encarnaron una y otra vez los terrores y las ansiedades de esas mismas comunidades. Así que les servían a éstas para asegurar o exaltar, a veces de la forma más violenta posible, su propia identidad cuando ésta, por una razón u otra, parecía en peligro.
Todo esto ha cambiado muy drásticamente, y hoy el recelo hacia los judíos, hacia el judaísmo e Israel, ha mudado de campo. Entre las señas de identidad de la izquierda, aparece cada vez más la desconfianza hacia el judaísmo. Se ha llegado a hablar de un «nuevo antisemitismo», presente en los campus universitarios (desde donde se difunde a una parte importante de los jóvenes), así como en los grupos minoritarios. De no cambiar las cosas, dentro de no mucho tiempo la opinión pública de las democracias liberales se manifestará mayoritariamente como antiisraelí y antijudía. A partir de ahí, y una vez olvidada la naturaleza y los usos del antisemitismo en Occidente, puede pasar cualquier cosa.
Convendría por tanto intentar separar el debate político interno, o puramente ideológico, de la cuestión de Israel. Es difícil, sobre todo en nuestro país. Aquí se da un fenómeno curioso y es que quienes han insistido, de forma más de una vez pertinente, en las dimensiones no cristianas de nuestra cultura, son también los que, en bastantes ocasiones, se manifiestan con más intensidad en contra de Israel y del judaísmo. Como es imposible romper la continuidad histórica del judaísmo, nos encontramos con una opinión que profundiza aún más en algo propio de nuestro país, en particular de sus élites intelectuales de izquierdas, que es la dificultad para aceptar con naturalidad la propia ciudadanía española. Si esto se confirma, es probable que el nuevo antisemitismo español alcance una virulencia extraordinaria, porque al miedo a la globalización, que es lo que el nuevo antisemitismo refleja, se añade –otra vez– la ansiedad sobre la propia identidad.
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