Alfonso Ussía

Ofendidos

La Razón
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Un majadero, además de ignorante, de «Podemos» ha exigido la prohibición de las procesiones de la Semana Santa. Sus argumentos ingresan por derecho propio en la Antología de la Necedad Universal.

Opina el majadero que las procesiones suponen un retraso social, y que ofenden a «nuestros hermanos musulmanes». Las procesiones no ofenden a nadie, y a nadie se obliga a acompañarlas. Y «nuestros hermanos musulmanes» carecen de motivos para sentirse ofendidos. «Nuestros hermanos musulmanes» –a los que yo prefiero considerar primos lejanísimos–, no están en el guión de la Semana Santa. Otro caso es el de «nuestros hermanos judíos» –así los considero– y «nuestros hermanos romanos», que no se ofenden porque saben de Historia y tradición. En Jerusalén se celebra la Semana Santa con oficios y procesiones que respetan profundamente todos los judíos ajenos a la religión cristiana y católica. Y en Roma, no digamos. Aquí en España, los romanos y los judíos son los malos de cartón, pero nada más.

De no ser por la civilización judeocristiana los avances de los derechos humanos en el mundo occidental no se habrían producido. El humanismo cristiano, con fe en Dios o sin ella, ha sido el gran impulsor de los derechos humanos y sociales que hoy disfrutan las sociedades civilizadas y establecidas en el siglo XXI. Otra cosa es que los de «Podemos» abominen de la cristiandad por otras razones políticas e ideológicas ancladas en los principios del siglo XX. España no es un país laico, sino aconfesional, que no es lo mismo. Suelten un feo a la Virgen del Rocío ante un comunista de Almonte, y a ver qué pasa. Las tradiciones cristianas están en nuestra sangre, y más del setenta por ciento de los españoles se reconocen católicos, apostólicos y romanos, cumplan o no con los deberes y mandamientos de la Ley de Dios. Me figuro que en el difuso mapa de «los hermanos musulmanes» de «Podemos» están los terroristas islámicos que se han negado a condenar repetidas veces y en cualquier foro internacional.

Por otra parte, y desde el concepto meramente cultural, la Semana Santa regala la exhibición tradicional y prodigiosa de nuestro arte sacro. La resistencia a apoyar la Semana Santa en los ayuntamientos gobernados por esta gente tan rara, no mutilará jamás la grandeza, belleza y devoción de nuestras cofradías. Pueden, como hicieron sus recientes antepasados, fusilar al monumento del Sagrado Corazón de Jesús, con ese afán «cultural» de los iconoclastas salvajes. Pero no pasarán de acribillar un mármol bendecido, no al Dios que todo lo perdona.

La compañera traidora Tania Sánchez –traidora a su anterior partido–, ha defendido a Rita Maestre, la que gritaba «Arderéis como en el 36» con el torso desnudo en la capilla universitaria de Somosaguas. Dice Tania que no es frase que aliente el odio. Coincide con ella la alcaldesa Carmena, que fue juez, y en muchas de sus resoluciones judiciales, además de la juez, fue parte politizada. Tania Sánchez y Manuela Carmena tampoco han condenado públicamente el terrorismo islámico, pero en cambio han defendido a quien ríe soñando con el cenicero de su coche rebosado de cenizas de judíos masacrados por los nazis. Sólo por los nazis, porque los millones de judíos que fueron asesinados por Stalin y el comunismo no existieron jamás para estos círculos morados, vengativos e ignorantes.

¿A quién ofenden las procesiones que conmemoran el dolor de la Virgen y el martirio de Jesús? ¿La emoción ofende? ¿La devoción ofende? ¿El silencio ofende? ¿El respeto ofende? ¿El arte ofende? ¿El amor sangrado de los costaleros ofende? ¿Ofenden las lágrimas y las oraciones de millones de españoles pacíficos al paso de las procesiones?

España no va a perder sus tradiciones por el odio de cinco millones de españoles. Siglos y siglos de Cultura y Fe –con mayúscula una y otra–, no se borran por unos resentidos que apoyan a los «hermanos musulmanes» que asesinan, a los «hermanos iraníes» que ejecutan a los homosexuales, y a los «hermanos bolivarianos» que encarcelan a los justos y demócratas mientras matan de hambre a su pueblo. En España vamos a seguir celebrando la Semana Santa y cuando pase el tiempo del dolor y del arte sacro, nos reuniremos de corazón en la Plaza de Toros del Arenal sevillano, la de los Maestrantes de Caballería, para celebrar la Resurrección con la tradición rotunda de nuestro arte popular y alto, el de la tauromaquia.

Y si se ofenden aún más, que se vayan con sus «hermanos musulmanes» a degollar cabras y presos.