Política

Toni Bolaño

Operación cruzado mágico

Operación cruzado mágico
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El cruzado mágico se puso de moda en 1968. Fue toda una revolución para ensalzar la figura femenina y para eliminar la incomodad de unas prendas que eran una tortura. La publicidad del cruzado mágico rezaba, y reza, en dos palabras: adaptabilidad y sujeción.

En sujeción y adaptabilidad deben estar pensando algunos dirigentes de la izquierda catalana. El virus soberanista ha impregnado a la izquierda tradicional y está haciendo evidentes importantes grietas. En el PSC conviven dos almas. Una federalista y otra soberanista. En ICV, se reproduce el mismo modelo. Algunos dirigentes piensan en un cruzado mágico en el que los soberanistas tengan su propia formación y los federalistas la suya. «Sería una forma de clarificar la izquierda catalana», afirma un dirigente socialista.

La deriva independentista de Mas está dividiendo a la sociedad catalana y, por ende, a los partidos más transversales. En la derecha nacionalista, Unió sale por peteneras en más de una ocasión y Josep Antoni Duran Lleida es la oveja negra para los inquilinos de la calle Córcega. La declaración de la Federación de CDC de Barcelona contra Duran abrió la caja de los truenos entre los dos partidos. Al final, todo quedó en agua de borrajas, pero la división se hizo pública de forma tormentosa.

En la izquierda, está división se ha visto de forma más acentuada. Los socialistas la han mostrado de una forma más descarnada. Cinco diputados rompieron la disciplina de voto en el Parlament de Cataluña al abstenerse en la resolución soberanista que se disfrazaba de derecho a decidir. Los representantes del PSC en la Diputación de Lleida y de Girona apoyaron a los críticos. No así los de la Diputación de Barcelona, ni el alcalde de Blanes en Girona, que votaron en bloque contra el soberanismo. La polémica está servida porque tanto CiU como Esquerra Republicana presentarán resolucciones similares en todos los municipios catalanes para hinchar la burbuja secesionista y evidenciar las disensiones en el seno del PSC.

«Esto no ha hecho nada más que empezar», afirma un dirigente ligado a Pere Navarro. La línea oficial acusa a los críticos de deslealtad y de servir de muleta al soberanismo de CiU. Los críticos se consideran menospreciados por la dirección «que ha roto muchas cosas en los últimos meses» y la acusan de no avalar un proceso irreversible en Cataluña. Este grupo díscolo, sin embargo, se considera federalista. «Nosotros no somos independentistas», afirma Joan Ignasi Elena, líder de la corriente Avancem. La tensión va «in crescendo» y nadie descarta la ruptura final. «Nos quieren echar», afirman desde el sector soberanista. Desde la dirección responden «no los vamos a echar, ellos se quieren ir. Su deslealtad ha sido el primer paso».

Menos escandalosas pero sí latentes existen diferencias en ICV. Sin embargo, «haberlas haylas». Algunos miembros de los ecosocialistas hicieron oír su voz crítica ante la actitud de la dirección de apoyar la resolución soberanista de forma gratuita. «Les apoyamos y no sacamos nada a cambio», afirman fuentes presentes en esta reunión que consideran que «teníamos una buena oportunidad para poner un alto precio». El debate está abierto porque «la mayoría de ICV es federalista, pero algunos soberanistas quieren influir en la decisión final», apuntan estas fuentes. ICV no se ha posicionado ni a favor ni en contra de la independencia. Esta posición todavía no le ha provocado que sus costuras se rompan en público como en el caso del PSC, pero en ICV conviven independentistas y federalistas.

Para afrontar esta situación, el líder de ICV, Joan Herrera, está trabajando en la elaboración de una propuesta federal que apoya el derecho a decidir. Además de los que consideran que la táctica no es la correcta, otras voces empiezan a mostrar su descontento. La consulta no puede ser una «consulta sin garantías como la que está planeando Homs». Dirigentes de las juventudes de ICV manifiestan «su hartazgo y su cansancio ante una consulta que no respetará los mínimos principios democráticos».

Fuentes de ICV acusan directamente a Raúl Romeva, eurodiputado, y Jaume Bosch de las tensiones en el partido, que apoya mayoritariamente a Joan Herrera. Bosch siempre ha liderado la corriente más soberanista de ICV y en su etapa de dirigente del Baix Llobregat ya fue impulsor de pactos junto con ERC y CiU en los ayuntamientos para evitar el «abrazo del oso» del PSC. Pactos de este tipo permiten que hoy Oriol Junqueras, líder de ERC, sea alcalde de la localidad de Sant Vicenç dels Horts.

Por eso, en ICV se han iniciado movimientos aunque se mantienen las formas. Algunos representantes de ICV han explicado a LA RAZÓN que existe «la intención de hacer una OPA hostil al PSC» coincidiendo con la asamblea del mes de abril. Esta OPA consistiría en hacer públicos de fichajes socialistas, pero Joan Herrera desmiente tajantemente esta intención que los socialistas considerarían como «causus belli». En la asamblea de primavera, la dirección de ICV presentará un documento político, con contenidos genéricos, en el que se marcarán los criterios de los ecosocialistas para buscar puntos de encuentro con los socialistas y el conjunto de los progresistas para construir una alternativa de izquierdas frente a la derecha nacionalista y de marcado carácter federalista. En esta línea, también se mueve el colectivo Avancem, que ya ha realizado dos actos en Barcelona bajo esta filosofía.

Con este panorama, no se descarta «la operación cruzado mágico», bautizada de esta forma por un dirigente socialista. «Las diferencias son las que son y se irán agudizando. Lo mejor sería que cada oveja tuviera su pareja, que las lleve a entenderse para construir una alternativa a la derecha nacionalista y no nacionalista en Cataluña, pero ciertamente ahora estamos todos mezclados» y añaden «esta foto fija también se reproduce en los sindicatos de clase», es decir, UGT y Comisiones Obreras.