Alfonso Ussía

Oportunidad patriótica

Los Pujol, siempre a las órdenes de Marta Ferrusola, tienen ante sí su última oportunidad para reivindicar su buen nombre. Depositar las migajas de la herencia y el pastón que han acumulado durante más de treinta años de poder omnímodo en la hucha de las futuras Fuerzas Armadas de Cataluña. Se trata de alcanzar un acuerdo con Mas y Junqueras. «Vosotros pagáis a las farmacias y nosotros compramos algún tanque». Nuestro periódico ha sido el primero en conocer los planes militares catalanes. Pero me temo que por mucho dinero que se hayan llevado los Pujol no dan de sí para el proyecto de Defensa. A las farmacias sí podrían aliviarlas, pero es más vistoso un avión no tripulado UAV que una farmacia rescatada de una inminente ruina por impago de la Generalidad. Companys declaró la independencia unilateral de Cataluña durante la Segunda República. Y Azaña le mandó a los guardias. No fue preciso ni un batallón del Ejército. Le mandó a la Guardia Civil, entregaron las armas los Mozos de Escuadra, los más involucrados con la declaración independentista intentaron huir por el moderno sistema de alcantarillado de la Ciudad Condal, y Companys terminó en la trena. Ahora sería más difícil la sencilla recuperación de Barcelona, porque se apostaría en algún lugar estratégico de la Diagonal el grupo de ejecución de Cardedeu, cuya imagen disparando con balas de fogueo contra el piso de un concejal del PP, resulta terrorífica. Gentes recias, jóvenes decididos, rostros épicos.

He calculado. Y con tres mil millones de euros no se puede adquirir el material imprescindible para que unas Fuerzas Armadas sean de utilidad. Rota la hucha y contados los billetes, habría para una lancha de asalto anfibio, un camión de Artillería de apoyo, una patrullera de litoral, un vehículo medio con un cañoncito acoplado, y un carro de combate de segunda mano. Es importante el dato de la segunda mano. Si el carro de combate se adquiere al Ejército de Suiza, estará en buenas condiciones, sin lugar a dudas. Por lo menos, limpio. Si acaso, por un descuido, lo único que se podrá encontrar en su interior en situación de caducidad serán las tabletas de chocolate que todo carro de combate helvético lleva en su interior para endulzar a sus soldados. Pero si el carro de combate viene de Turquía, ya puede revisarlo el general encargado de las compras, porque le pueden faltar las ruedas, las cadenas y las ametralladoras. El Mediterráneo, mar de la inteligencia y del comercio, siempre ha sido así. Al español mediterráneo le engaña el francés. Al francés, el italiano. Al italiano el eslavo. Al eslavo, el griego y al griego, que se cree el más listo del «Mare Nostrum», siempre termina endilgándosela el turco. Y mucho cuidado con comprar a los turcos las zodiac de su futura Infantería de Marina. Se desinflan en el agua.

Un petrolero de flota no tiene precio único establecido. Hay petroleros de flota y hay cerilleros flotantes, según sea el tamaño. Si los Pujol invierten todo en un petrolero de flota en buen estado de flotar se van de golpe todas las mordidas, comisiones, la colección de coches deportivos del hijo mayor, los beneficios de las ITV del chiquitín y la empresa de flores de Marta Ferrusola. Y si todo se va, ¿para qué comprar un petrolero de flota si no hay dinero para la flota? Un terrible dilema. Y está el engorro de la Sanidad Militar. Una eficaz Sanidad Militar necesita de una importante inversión. ¿Tendría Junqueras la jeta de adquirir toda suerte de material y medicamentos para la Sanidad Militar mientras cierran por impago de la Generalidad más de la mitad de las farmacias de Cataluña?

Por ahora, y lo celebro, el Ejército de Cataluña tiene que asumir que sus soldados se limiten a disparar con balas de fogueo, malamente uniformados y que el enemigo sea un señor que pertenezca a un partido político que no sea el de sus preferencias. No es elegante lo que han hecho los fusileros de Cardedeu, pero las consecuencias de su ataque por sorpresa a un concejal del PP no han resultado sangrientas. Lo único que ha sangrado, una vez más, ha sido el ridículo de esos paletos festivos.

Es el momento. Pujol convoca una multitudinaria rueda de prensa. Junto a él, en la mesa, su encantadora esposa, sus hijos, Jordi Évole, Pilar Rahola y Pep Guardiola, para darle al acto una dimensión nacional. Y Pujol, emocionado, lo anuncia: «Todo el dinero que ha llegado hasta mis manos sin que mis manos tuvieran conocimiento de ello, lo pongo a disposición de las Fuerzas Armadas de Cataluña, e incluso, además del dinero, entrego mi uniforme de alférez del IPS de Infantería que lucí en aquel pasado feliz en el que serví, y a punto estuve de reengancharme, en el Ejército del enemigo».

Puede ser impresionante e histórico.