César Vidal

Oremos por la paz en Jerusalén

Las elecciones en Israel tuvieron lugar y, al final, en contra de lo que esperaban muchos, Benjamin Netanyahu volverá a formar gobierno. Más allá de los fans del denominado «Mago», hay que reconocer que el panorama resulta todo menos alentador. Examinen ustedes el conjunto: la sociedad israelí –que se ha polarizado de manera creciente– va a contar con un gobierno de derechas radicalizadas y de ultraortodoxos; los árabes israelíes son, por vez primera, la tercera fuerza parlamentaria; los palestinos se temen – no sin razón – la construcción de nuevos asentamientos y más deportaciones de los territorios ocupados; las democracias han reaccionado con mayor o menor dureza frente a esas conductas provocando un aislamiento de Israel; la amenaza de Hamas no está conjurada; los temas económicos como la crisis de la vivienda y la carestía de la vida han quedado relegados a un segundo plano y como colofón, Netanyahu no oculta su deseo de torpedear un acuerdo diplomático entre Irán y el Grupo del 5 más 1 que pretende garantizar la seguridad en la zona y, a la vez, respetar el derecho internacional. Todo ello acontece mientras la Casa Blanca, por la volatilidad trágica de la zona, no puede mantener ya una política que considere a Israel como el único aliado decisivo en Oriente Medio y, por añadidura, una parte de la población de Estados Unidos se resiente de la irrupción de Netanyahu en el legislativo como nunca lo ha hecho el jefe del ejecutivo de nación alguna. A simple vista, Netanyahu es el peor hombre para Israel, para Oriente Medio y para Occidente en unos momentos especialmente delicados y, sin embargo... Sin embargo, puede que acabe primando el pragmatismo y que Netanyahu rectifique el rumbo. Antecedentes hay. Menahem Begin – que tenía un pasado de terrorista del que Netanyanu carece – supo entender, por ejemplo, que era mejor devolver el Sinaí a Egipto y cerrar esa herida en el flanco sur de Israel que arriesgarse a una nueva guerra, por muy victoriosa que fuera, como la de Yom Kippur. Begin era un halcón, pero no era un necio y supo adaptarse a una realidad indiscutible. Desde ciertos ángulos, los desafíos con que se enfrenta Netanyahu son todavía más inquietantes. Dice el salmista que oremos por la paz de Jerusalén. Hagámoslo también por que los responsables estén a la altura de las circunstancias en una época en que no dejamos de ver cómo las consecuencias de errores y pecados pasados recaen sobre el presente y amenazan el futuro.