Alfonso Merlos

Orwell, ETA y el IPC

No señores. Esto no es un simple ejercicio de desfachatez. Esto no tiene absolutamente nada que ver con el cinismo o el descaro, con la desvergüenza o la insolencia, con el atrevimiento o la osadía. Esto traspasa todos los límites de lo retóricamente admisible en una cámara democrática y es una exhibición absolutamente orwelliana. Primero porque los testaferros de ETA están reproduciendo comportamientos totalitarios. Segundo porque están manejando un lenguaje envenenado, cambiando el sentido de las palabras, tachando nada menos que de potencialmente criminal la política de Rajoy en relación a las pensiones.

¡¿Qué es eso de que los voceros de Ternera y Troitiño acusen al Gobierno de España de crear un caldo de cultivo para los suicidios?! ¡¿Qué demonios pintan los que han jaleado y alentado a una banda de pistoleros denunciando la imponderable inhumanidad de los sádicos recortes de la derecha?! ¡¿Se puede insultar más la inteligencia y golpear con más saña la ética de lo público?!

El problema no es sólo que esos términos sean hirientes y no respondan a la realidad. La cuestión de fondo es que la dureza y la sinrazón de los socialistas en las críticas al Partido Popular han creado un efecto invernadero que ha propiciado que crezcan malas hierbas por doquier. Y lo irónico es que quienes están llenando de porquería el terreno de juego y poniendo en duda las cuentas del ejecutivo son quienes, como el PSOE, parecen llevar inscrito en su ADN la voluntad y la capacidad para acabar a martillazo limpio con la hucha que se le ocurrió idear a Aznar para aguantar el tirón en las épocas de vacas flacas.

Con los jubilados no se juega. Ya han peleado todo lo que tenían que pelear. Se han sacrificado. Han entregado a España muchos de ellos más de lo que podían. Gracias a su dinero y su trabajo nos encontramos puestas las calles cada mañana. Señores socialistas, no enreden, no manipulen y ayuden a que este país salga adelante. Todos se lo agradeceremos.