Francisco Marhuenda
Otro sacrificio de Don Juan Carlos
Don Juan Carlos ha tomado una decisión tan controvertida como generosa, que ya adelantó este diario, y es que no asistirá al acto de entronización de Don Felipe como Rey de España. Es una nueva muestra de los sacrificios que ha hecho y está dispuesto a hacer en este proceso. Lo razonable es que estuviera en el lugar de honor que le corresponde tras haber sido el Jefe del Estado durante casi cuarenta años. No hay que olvidar, además, que es una de las figuras más importantes de la historia de España. No creo que le hubiera restado ningún protagonismo a su hijo, pero entiendo que se sienta más cómodo así, porque este acto es muy importante para España y los españoles. Por ello, no me sorprende, aunque no comparta la decisión, que una persona que ha dedicado su vida al servicio de su patria considere lógico este sacrificio, que en su condición de padre es, además, muy duro. Me preocupa que algunos aspectos de este proceso sienten «jurisprudencia» y asistamos a un inquietante laicismo donde el hecho religioso, que comparte la inmensa mayoría de españoles, quede excluido de la vida pública para complacer el anticlericalismo de una exigua minoría. La conclusión lógica del proceso de acceso de Don Felipe a la condición de Rey hubiera sido un solemne Te Deum. Todo indica que se ha buscado huir de cualquier polémica y se ha roto con algunas tradiciones que son consustanciales a la Monarquía española desde tiempos inmemoriales. La tradición es un elemento que nos define como nación y España no se entiende sin sus raíces cristianas, al igual que sucede con el resto de Europa. La propia Constitución reconoce, como es lógico, el papel singular que tiene la Iglesia Católica, que es la propia de la gran mayoría de la sociedad española y, por supuesto, de los miembros de la Familia Real. Es una polémica que no existe en otras monarquías, pero parece que estos días nos hemos abonado a los debates estériles y excéntricos. Tras votar una ley orgánica de abdicación, cuyos reparos he expresado en anteriores ocasiones, ahora nos hemos encontrado con la decisión del Rey de no acudir a la ceremonia, sin que quepa dar ninguna interpretación extraña; la renuncia a un acto religioso y la ausencia de mandatarios extranjeros. Lo único importante es que Felipe VI accede al trono con el bagaje de una amplia experiencia y preparación así como con el afecto de la inmensa mayoría de la sociedad española.
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