Madrid

Pablo Fra Casado

Pedro Sánchez supo leer el mapa electoral mejor que sus adversarios y, como resultado, han quedado debilitados todos los líderes excepto él. Aunque 123 diputados no es ni de lejos el mejor resultado del PSOE, ha conseguido aumentar casi en un 50% el número de escaños que obtuvo en el 2016.

No todo el mérito es de Sánchez, sin la contribución de Pablo Casado al desastre de los populares, esto no hubiera ocurrido. El mayor problema que tenían los populares hace un año eran los casos de corrupción, hoy es su líder y la pérdida de su identidad política.

Cuando hay dos elecciones muy cercanas en el tiempo, como ocurre entre el 28A y las elecciones europeas, municipales y autonómicas de dentro de unos días, normalmente el voto de los electores varía poco, aunque en este caso no está tan claro porque el pasado domingo se sumaron determinadas circunstancias extraordinarias.

En primer lugar, la alta participación que hubo en las elecciones generales no la suele haber en los procesos locales. Es evidente que el tripartito en Andalucía activó el voto del rechazo a la extrema derecha, ya veremos si el efecto se mantiene el 26M.

La estrategia del Partido Popular de pisar sobre las huellas de Vox le situó muy a la derecha, pero, en ese ángulo, los votantes más radicales han preferido el original a un sucedáneo y los moderados se han refugiado en Ciudadanos, más por necesidad que por convicción.

Dentro de unos días saldremos de dudas. La menor participación y el sentimiento de arrepentimiento de muchos votantes de derechas juega a la contra del PSOE pero, por otra parte, Pablo Casado es percibido por los suyos como un lastre en la campaña y nadie quiere subirse con él a un escenario, eso beneficia a los socialistas.

También hay que considerar las horas bajas de Podemos. Pablo Iglesias tiró hacia arriba de la marca in extremis gracias a los dos debates televisados, pero en las autonómicas no se presenta él y en algunos sitios emblemáticos como Madrid, la oferta electoral morada es ininteligible entre Errejón, Serra y la mala relación con Carmena, de manera que no está claro para quién piden el voto y para quién no.

Por si fuera poco, Iglesias ha quedado como un político ingenuo entregándose a Pedro Sánchez. Ha pasado de ser el azote de “la casta” a rogar un taburete en el Consejo de Ministros. Rivera, por su parte, llega parapetado por sus 57 diputados, pero a nadie se le oculta que son prestados y no ganados.

En definitiva, todos se la vuelven a jugar, el que más Casado, que si se cumplen los peores pronósticos se quedaría prácticamente sin ningún gobierno y eso dejaría en unos pocos meses a los populares al borde de la desaparición por la falta de referentes públicos, amén de las dificultades económicas que se le vienen encima a un partido acostumbrado a que no le falte de nada. Si eso fuese así, podríamos hablar de Pablo Fra-Casado.