Política

Iñaki Zaragüeta

Pactos a capricho

La Razón
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Ningún partido es de fiar. Ésa es una de las cosas claras que los españoles plasmaron en las elecciones del pasado 24-M a juzgar por cómo dispersaron sus votos. Imagino que así se pronunciaron, entre otras cosas porque sabían que todos iban a ir a su bola, como demuestran las negociaciones para pactos.

A los hechos me remito. La primera conclusión es la primera en vulnerarse. El PP fue el partido más votado y es el primero en ser apartado de casi todas las instituciones que gobernaría en la mayoría de las democracias desarrolladas.

Y la segunda, los dos partidos que ocupan terceros, cuartos o quintos lugares en la confianza ciudadana imponen sus criterios. Y lo hacen a capricho, no según los compromisos adquiridos. Me refiero a Ciudadanos y Podemos.

Para muestra, un par de botones. Albert Rivera, por ejemplo, propagó a los cuatro vientos sus duras críticas a la formación de Pablo Iglesias. No muy lejanas suenan aquellas palabras de que nunca pactaría con quien quiere convertir a España en Venezuela. No pacta, pero los va a dejar gobernar pudiéndolo impedir.

No contento con eso, el líder de Ciudadanos va enseñando la zanahoria y escondiéndola como si de un juego se tratara la gobernación de las comunidades y los ayuntamientos de España. «Cumplan esto que, cuando lo hagan, no me quedaré satisfecho e impondré más deberes».

Pablo Iglesias, por su parte, se cisca en su tan pregonada transparencia, se esconde para hablar y calla lo tratado. Y lo que es peor, mezquino, no sólo pacta con Bildu sino que, para justificarse, insulta gravemente a las víctimas del terrorismo de Pamplona y, con ellas, a todas las víctimas. Como ayer Carlos Herrera, yo también soy María Caballero. Así es la vida.