Podemos

Padre fundador

La Razón
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El Sr. Pablo Iglesias ha ocupado todo el control orgánico en Podemos y eso significa que las posiciones institucionales han sido derrotadas y que la organización basará su acción política en el populismo y en la movilización callejera, si ésta es secundada por los ciudadanos. Sólo en ese ámbito se entiende el desplante de los diputados podemitas en los actos protocolarios en los que participó la Casa Real, dando inicio a la duodécima legislatura. El Sr. Iglesias intenta confundir a la sociedad en su ansia por ocupar un lugar hegemónico en la izquierda y quiere dejar entrever que es el único republicano que queda en España.

Pero la izquierda política es republicana por otras razones. Lo es porque cree en la Ley como garante de la igualdad entre todos los ciudadanos. No exclusivamente de la igualdad formal, propia de liberales y conservadores, sino de la igualdad real. Por ello, se considera necesaria la participación del Estado en la eliminación de privilegios y discriminaciones de unos ciudadanos respecto de otros.

Por tanto, la definición del republicanismo en sentido cívico es el sometimiento de todos a la Ley. Esta afirmación conlleva dos fundamentos esenciales de la izquierda política: que las instituciones democráticas son las que reglamentan y garantizan su cumplimiento y que son más republicanos países como Suecia u Holanda que China o Corea del Norte.

Sin embargo, el Sr. Iglesias ni es ni defiende posiciones republicanas, muy al contrario. En primer lugar, desprecia las instituciones y, con ello, su capacidad para generar y garantizar una sociedad más igualitaria. Hasta algunos de sus diputados se sorprenden por el desconocimiento consciente de cualquier técnica parlamentaria y del desaprovechamiento consecuente de la capacidad de aprobar leyes y resoluciones que palíen los problemas de la mayoría.

En segundo lugar, una concepción populista que se define bajo el lema «por encima del pueblo nada» en lugar de la máxima republicana que dice que «por encima de la Ley nada», no sólo es definitoria de un sistema político no republicano, sino que entraña graves riesgos democráticos, porque la pregunta que surge es: ¿y quién interpreta la voluntad del pueblo por encima del cual no hay instituciones? La respuesta la ha dado la historia en no pocas ocasiones: el superlíder, en sistemas dictatoriales.

Por tanto, el Sr. Iglesias, que no es republicano, es antimonárquico, y eso no es un rasgo de la izquierda política, porque hay antimonárquicos a lo largo y ancho de todo el espectro político. Por su parte, la izquierda democrática convive perfectamente con las monarquías parlamentarias europeas, que nada tienen que ver con las antiguas monarquías constitucionales. Es preocupante que en los pocos meses en los que Podemos está representado por no pocos diputados, no haya encontrado utilidad en ello y que las posiciones de rodear el Congreso hayan ganado a las de trabajar en él.

Me ha sorprendido cuando he escuchado a varios dirigentes podemitas referirse al Sr. Iglesias como el «padre fundador» de su organización. Si se trata de intentar construir un liderazgo por encima de los demás miembros, también resulta muy poco republicana la fórmula. Los socialistas siempre hemos estado en las instituciones porque preferimos Suecia a Corea del Norte, el Parlamento a un interprete individual de la voluntad popular y un secretario general a un «padre fundador», que el último conocido cinematográficamente se llamaba Semo, vino a bordo de la nave Oberon y fundó la ciudad Calima con muy mal resultado, por cierto.