Julián Redondo

Palas, picos y azadones

Palas, picos y azadones
Palas, picos y azadoneslarazon

Cuán lejos quedaron las recomendaciones de monseñor Martínez Sistach, como si fueran de otro mundo o de otra época, de los tiempos de la pertinaz sequía. Criticó el arzobispo los «dispendios descomunales» al producirse el fichaje de Cristiano por el Madrid y aconsejó, con puntería de Balón de Oro, «solidaridad y austeridad». El Barça escuchó lo que quiso y aplicó lo que le dio la gana, al ser solidario sólo en el dispendio cuando contrató al fugaz Ibrahimovic. Por alguna incomprensible razón, Gerardo Martino también sacó los pies de las alforjas al saberse que el Madrid, siempre en el punto de mira, desembolsó por Bale 91 millones. «El precio me parece una falta de respeto al mundo», objetó el Tata mientras recibía con los brazos abiertos a Neymar, una bicoca que ya entonces despertaba sospechas sobre su precio.

Sin necesidad de que interviniera el recurrente centralismo, Jordi Cases, catalán y «soci» del Barça, denunció a Sandro Rosell por la «operación Neymar». Exigió documentos y detalles y le respondieron que el fichaje había resultado muy ventajoso por 57 millones de euros. No tragó, prosiguió con la cruzada, denunció y, según «El Mundo», el chollo se ha disparado en 38 millones. Como si El Gran Capitán hubiese muñido este traspaso, tan opaco o más que el de «Ibra». Entre palas, picos y azadones, entre comisiones, comisiones y comisiones, cien millones. Se forran Neymar y su papá. Cobran por todo y el jugador, más que Messi, por encima de los 30 millones brutos al año, de ahí que el club se apreste a revisar el contrato del argentino seis meses después de retocarlo. Y el Madrid, a un punto. Pintan bastos.