Julián Redondo

Para el diván

Cuando el fichaje de Gareth Bale era cuestión de días, surgió la cuestión: sacrificar a Özil o a Di María. Influyó en la controvertida decisión el ofertón llegado del Arsenal, la avaricia del padre de Mesut, un enredador nato, y que Mía, la hija del «Fideo» y Jorgelina, decidió nacer en el mes de abril, tres meses antes de lo previsto. Bebé prematuro, cuidados especiales y la necesidad de mantener el nido cerca de los médicos que siguieron todo el proceso del parto, que, sin ser determinante, avaló la continuidad del futbolista argentino. Se dijo que el presidente intervino. Gesto humano el de Florentino.

Han pasado los meses, Mía ya ha ganado tiempo, talla y peso y su papá ha pedido aumento de sueldo para hacer frente, quizá, al gasto de potitos, biberones, pañales y asistenta. Se retrató en Pamplona. Pudo ensombrecer a Bale, que fue una sombra, cuando le sustituyó y quedó en evidencia. No dio la talla cuando persigue una mejora salarial más que cuestionable. Ahora tiene dos problemas, el galés y su rendimiento. Que acuda al diván, en turnos con Sergio Ramos (18 tarjetas rojas en el Real Madrid), injustamente expulsado por Clos Gómez, flojo, flojito, flojete. Pero lo peor fue el empate, lo mejor de Osasuna, que también terminó con diez futbolistas.