Reyes Monforte

Pasto de plató

Estos días se está celebrando un circo, perdón, un juicio contra un juez con vocación de bufón, de estrella mediática o de presentador de variedades. No digo que quien lo juzga no comparta la misma vocación, porque incluso hay una magistrada en el tribunal que gusta de participar en películas y series de televisión siempre que puede. Así tenemos el nivel, qué quieren. Desde hace un tiempo, la información judicial está al cabo de la calle y ocupa diariamente tiempo y espacio en los medios de comunicación. Quizá por eso, en la mayoría de los casos, la muerte de una niña, el asesinato brutal de una joven cuyo cuerpo lleva cinco años en paradero desconocido o el asesinato de dos niños en Córdoba y su posterior desaparición a manos de su padre se están convirtiendo en un circo cuando no deberían serlo. Convertir un drama humano en un espectáculo tiene sus riesgos. Uno de ellos, transmutarlo en pasto de plató, y algo tan determinante como la justicia debería tener otro escenario. Hoy llegan nuevos datos del «caso Asunta», nuevos o no tanto. Nos merecemos una sociedad mejor, un tratamiento informativo menos circense y desde luego, un ejercicio judicial mucho más serio y que no parezca un capítulo de «Se ha escrito un crimen».

Dejemos a la vida en su sitio y la ficción en el suyo. Ayer el juez del tribunal que juzga a otro juez decía que estaba teniendo una paciencia franciscana. Para paciencia la nuestra, y no precisamente franciscana, que, como apuntaba acertadamente Miguel Ángel Aguilar ayer en La Sexta, sería más bien humildad. Y para vergüenza ajena, también.