Julián Redondo
Pecados capitales
Por todas las virtudes del fútbol, infinitamente su- periores a sus perversos defectos, porque es entreteni- miento, sentimiento, afición, pasión y esparcimiento, que los pecados capitales –de evasión decapital–deMessinoinfluyan en su rendimiento. Pasó una temporada mohíno, agobiado, triste; superado por sus antirre- glamentarios regates a Hacien- da, mortificado por las siempre inoportunas lesiones, despista- do, quizá, por el desfase biorrít- mico que le supusieron los su- cesivoscambiosdeentrenador: Guardiola, el siempre añorado Tito, Roura, Martino... El fútbol se resintió –más lo acusó el Bar- celona– y no dejó de añorarle ni en el Mundial, donde eligieron a su sombra Balón de Oro. Con Leo abatido, el interés por el espectáculo decrece. Lo cual no significa que haya que
perdonarle por el fraude co- metido; no, que pague lo que corresponda y apechugue con la sanción pertinente. Que espabile y que no se fíe ni de su padre. Con los dineros no se juega, y menos con los pú- blicos. Al juez de Gavá le im- porta una higa que Messi no pare en un cajero porque ig- nora el pin de la tarjeta. Él o su padre eligieron al asesor equi- vocado, o se pasaron de listos, y ahora toca pasar vergüenza y pagar, porque la verdad sólo tiene una cara; aunque a veces parezca que admite dos. Es el caso de Piqué, el compañero de Leo, que no oculta sus predilecciones políticas, contradictorias porque pone una vela a Mas y otra a la Selección española. Del Bosque le ha convoca- do, no duda de su compro- miso con el equipo nacio- nal, y me da que Piqué es como más de un catalanista que conozco, que votaría sí a la consulta del 9-N y no rotun- do a la independencia. ¿Eso es posible? Lo es.
✕
Accede a tu cuenta para comentar