Irene Villa
Pedir perdón
No sé por qué costará tanto reconocer los errores. Como humanos que somos, nos equivocamos. Rectificar es de sabios, pero, principalmente en política, cuesta hacerlo. Antes muerto que retractarme, parecen pensar. Y ahí quedan miles de ideas, a veces descabelladas y otras gratuitamente ofensivas, sin que sean revocadas, no vaya a ser que alguien, en especial del partido opuesto, advierta un atisbo de fragilidad del cual aprovecharse, como acaba de ocurrir con un diputado, que sí rectificó lo dicho, al que incluso hay quien quiere convertir en «claro ejemplo del machismo más radical de este país, encarnado en su figura pública y, por extensión, en la formación política que representa», por decir erróneamente que la mayoría de las denuncias de víctimas de violencia de género son falsas. Independientemente de su ideología política, Toni Cantó es franco y directo. Y como todos, se puede equivocar. De inmediato pidió «disculpas» y admitió su «grave error». Sin embargo, muchos han querido utilizar una puntual afirmación errada en la batalla política más feroz, de una forma bastante reprobable. Además, es cierto que existen denuncias falsas. Por desgracia, la discriminación positiva a favor del sexo femenino (dada por el alarmante número de hombres que ejercen la violencia contra quienes creen de su propiedad) ha supuesto que mujeres sin moral amedrenten a sus parejas o las chantajeen a cambio de retirar la falsa denuncia. Una denuncia, por cierto, que le puede hacer acabar entre rejas aunque sea inocente. Pues francamente choca la cantidad de críticas recibidas cuando se dicen tantas barbaridades... y sin pedir perdón.
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