Alfonso Ussía
Penetras y Croquétez
En la alta sociedad de Río de Janeiro existe una figura, la del «penetra», que es la que establece la categoría de los eventos sociales o culturales. El «penetra» es un profesional que se cuela sin ser invitado, pero entre los «penetras» hay clases. Un cocktail, un baile o la inauguración de una exposición de arte se valoran por la categoría de los «penetras» que se beben el «champagne», se comen los blinis de caviar y se acuestan con la anfitriona. No se concede importancia alguna a que asista un ministro, el presidente de un banco, el millonario de moda o la actriz más deseada. Se consideran lógicas sus asistencias porque han sido invitados. Pero un «penetra» distinguido no admite una invitación. Se cuela, y su presencia es la que honra o humilla la celebración del acto, siempre dependiendo de la categoría social del penetrante penetrado.
En Madrid, esa categoría la conceden los «Croquétez». Cuantos más miembros de la insaciable y educada banda de los «Croquétez» asista a una presentación de libro, inauguración de exposición en una galería u homenaje póstumo a artista, músico o escritor recientemente fallecido, más altura social y representativa adquiere el evento. Pocos «croquétez» determinan el gran fracaso. Algunas editoriales, entre ellas «Planeta» han reducido al máximo las presentaciones de libros por el peso de la crisis. En el caso de «Planeta» por la crisis y para poder pagar puntualmente las millonadas que transfieren a los comunistas de «La Sexta». Pero Aznar es una excepción. Y la segunda entrega de sus «Memorias» se presentó con toda suerte de honores y generosidades. Chocante. No acudió ni un solo ministro del Gobierno de Rajoy a la presentación de las «Memorias» del Presidente de honor del Partido Popular. Y se ha comentado mucho esa ausencia gubernamental colectiva y unánime. José María Aznar, que ha interpretado con melancolía el público desafecto, se ha limitado a decir que «toma nota» de tan clamoroso abandono, del eclipse total de ministros en la presentación de su libro. No obstante, acudieron muchos valores del Partido Popular y una gran multitud de partidiarios. Invirtió más de dos horas en firmar libros, que es una costumbre bastante pesada que los autores cumplen en beneficio de la editorial. Los comentarios han coincidido en que la ausencia de ministros y del Presidente del Gobierno convirtió la gloria en un fracaso. Nada de eso. Lo contrario. Fue un éxito. Llegué tarde y pude zascandilear a gusto. Y ahí estaban todos, absolutamente todos los «croquétez» tradicionales, que son como los «penetras» distinguidos. Hay renovación. Una «croquétez» conocidísima e incansable, me presentó a su hija, muy guapa por cierto. Y el «croquétez» máximo, el jefe de la educada banda, acudió acompañado de su sobrino, un joven muy sereno y bien vestido que apunta muy hacia lo alto. De cualquier manera, se palpaba un cierto malestar entre los «croquétez» de toda la vida, los llamados «croquétez bien». «Esto no es como antes, don Alfonso. Aquellos canapés, aquella abundancia, aquel jamoncito del bueno, aquel salmón ahumado, hoy brillan por su ausencia, como los ministros».
Ningún mérito tiene que a la presentación de un libro de Aznar acudan ministros de un Gobierno del Partido Popular. Él fue culpable de que muchos lo fueran y lo sean en la actualidad. Su ausencia colectiva tiene bastante de grosería institucional. Pero eso no cuenta para valorar el éxito o el fracaso. Estuvieron todos los «croquétez» de Madrid, y ello certifica un triunfo rotundo. José María Aznar debe interpretarlo positivamente, con severo gozo.
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