Lucas Haurie

Perniciosa estabilidad

Con el aparato no se bromea. La jaula de grillos que habitualmente es un partido en expectativa de gobierno nuevo se ha convertido en un búnker sellado. A la vuelta del fin de semana, Susana Díaz nombrará a sus consejeros y las quinielas no es que resulten más o menos creíbles; es que, sencillamente, no son. Una burbuja de (acollonado) silencio envuelve al socialismo regional porque la nueva presidenta será una incógnita en cuanto a sus aptitudes para presidir la Junta, pero tiene acreditada solvencia en el manejo del PSOE con mano de hierro. «Al que abra la boca le corta el pescuezo», advierte un alto cargo que corre el riesgo de fallecer por sobredosis de tila. «Está tan segura de que la militancia va a tragarse mansamente lo que ella cocine, que todos sus desvelos se centran en contentar a Izquierda Unida. Sin necesidad de forzar el adelantamiento, Valderas será el gran vencedor de esta crisis. Y cuando toquen elecciones, en 2016 ó en cuanto a los comunistas les convenga, doblarán sus doce diputados». El interlocutor lo anuncia ahora con sombría expresión de apocalipsis ineluctable porque aún teme perder la silla. Si en la pedrea de los nombramientos le cae otro sueldo, aunque sea menor, volverá su entusiasmo por honrar en la Junta el mandato popular de una «mayoría de progreso». Pero su argumento de hoy no por egoísta deja de ser agudo: «Es posible que estemos ante uno de los pocos casos en política en los que la estabilidad sea más un defecto que una virtud. El sostén de esta versión mamarracha de IU, a la larga, es pésimo. Mira cómo dejó al partido en Sevilla el pacto con Torrijos».