Lucas Haurie

Piedras en el camino al oro

Piedras en el camino al oro
Piedras en el camino al orolarazon

Septiembre de 2006. Pepu Hernández acababa de ganar el Mundial de Japón, al que convocó a Marc Gasol y para sorpresa de todos y regocijo de malpensados: una imposición de Pau, decían en las vísperas y se tragaban tras la final en la que, lesionado el primogénito, daba el segundón un auténtica exhibición ante el colosal Sofoklis Schortsanitis. «Ba-lon-ces-to», gritaba el técnico para reivindicar su éxito y zaherir a sus colegas del fútbol, ominosamente eliminados del Mundial de Alemania por la Francia de Zidane. Ocho años después, en vísperas de convertirse en la primera pareja de hermanos en jugar juntos un All Star, la España de Juan Antonio Orenga era ominosamente eliminada de «su» Mundial por la Francia de Parker, pero sin Parker. «En-tre-na-dor», habría cabido reclamar por ponerle un pero a la fabulosa epopeya que, con la camiseta de la Selección, han protagonizado los dos prodigios de Sant Boi. El triunfante modelo de Pepe Sáez fue degradándose hasta convertirse en una suerte de simpática autogestión, de modo que los resultados de la sociedad Gasol & Gasol retrocedieron hasta tiempos menos felices: Arcega & Arcega, Angulo & Angulo, Jofresa & Jofresa... Para quienes reducimos nuestro interés por la canasta a los grandes campeonatos FIBA, la fabulosa temporada de los dos mejores pívots del mundo es una fuente de inquietud más que de orgullo. El devastador ritmo de la NBA tal vez los disuada de acudir a un Eurobasket que además es clasificatorio para los Juegos de Río, es decir, para ganarse la última oportunidad de mojarle la oreja a los estadounidenses después de dos finales legendarias (pero, ay, perdidas). Así que menos cansarse al otro lado del charco y más entrenar en agosto con un Aíto o un Scariolo que ayude a conquistar una medalla de oro de las de ahora-o-nunca.