César Vidal

¿Piensan presentarse voluntarios?

La firma de un acuerdo de media docena de potencias con Irán a fin de evitar que la dictadura de las ayatollahs fabrique armamento nuclear ha provocado un vendaval de críticas contrarias. Voy a pasar por alto aquellas que, por sistema, encuentran que todo lo que lleva a cabo Obama está mal o las que se empeñan, bastante erróneamente, en compararlo con ZP. Me centraré en las que creo que tienen siquiera visos de sensatez. Acepto como razonables las de aquellos que insisten en que no podemos confiarnos con el régimen iraní; las que señalan que no es tan digno de confianza como todos desearíamos; las que recuerdan las amenazas del antiguo presidente Ahmadineya de destruir Israel y las que indican que podría aprovechar este medio año para continuar con su programa de armamento nuclear. Todo es plausible y razonable, pero ¿cuál es la alternativa? ¿Pedirles el desmantelamiento de todo lo que tenga que ver con la energía atómica? ¿Con qué base legal? De entrada, Irán, mediante este acuerdo, ha ido más allá de lo que exige el tratado de no-proliferación de armas nucleares. No es poca muestra de buena voluntad y si se aduce un peligro ¿por qué no exigir lo mismo de Pakistán o de Corea del Norte, que además ya cuentan con ese armamento y son mucho más peligrosas? Quizá algunos consideren que Estados Unidos, con o sin aliados, ya tendría que haber bombardeado Irán, pero, de nuevo, ¿por qué debería hacerlo? Durante la última década, esa política de «arrasa y vencerás» no sólo no ha solucionado nada sino que ha creado problemas añadidos desde el Éufrates hasta el paso del Jyber. No hemos conseguido ni más paz ni seguridad, pero sí más inestabilidad, más odios, más fanáticos dispuestos a derramar sangre, más muertos y más déficit. Dicho sea de paso, buena parte de los cadáveres y los gastos los ha puesto Estados Unidos. ¿Debería repetir esa política de tan poco éxito contra una nación de más de ochenta millones de habitantes? No lo creo. De momento, las presiones diplomáticas parecen estar dando su fruto hasta el punto de que Irán ha cedido enormemente sin recibir casi nada a cambio. En los próximos meses, veremos si se trata de un avance o sólo de un respiro antes de una guerra de pavorosas consecuencias. Pero hasta entonces, mientras tantos protestan por la política diplomática de Estados Unidos, la pregunta que a mí se me ocurre plantearles es «para esta guerra, ¿piensan presentarse voluntarios?».