Alfonso Ussía

Pobre chica

La Razón
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La ausencia de talento no hiere. Lo más que produce es incomodidad. El Padrenuestro, la oración que durante veintiún siglos ha reunido y reúne a todos los cristianos del mundo, merece un respeto intelectual por parte de quienes no creen en su mensaje de paz, amor y perdón. La caricatura del Padrenuestro de la supuesta poetisa catalana Dolors Miquel recitada durante la entrega de los premios Ciudad de Barcelona es simplemente una cerdada. Un desahogo de obsesión escatológica. Está claro que ha elegido la oración universal de los creyentes cristianos a sabiendas de sus pacíficas reacciones. De haber intentado ridiculizar un versículo del Corán podría verse en situaciones comprometidas. No tiene la culpa la pobre autora, sino la alcaldesa de Barcelona que está llevando la antigua inteligencia de su gran ciudad a competir en el subterráneo con el ingenio de las cañerías.

El insulto fácil y grosero es molesto, pero hay que asumirlo con misericordia. Literariamente, la composición de esta mujer es una porquería. Esa obsesión anticristiana resumida en el coño sólo puede interpretarse como una propuesta indirecta, un ofrecimiento al riego de un jardín con escasos visitantes. «Hágase su voluntad en nuestro útero sobre la tierra». Más claro, agua. El final, que ha pretendido glorioso, como si se tratara de la «Marcha Triunfal» de Rubén Darío, es de risa. «Y no permitáis que los hijos de puta/ aborten el amor, hagan la guerra,/ liberémonos/ por los siglos de los siglos./ Vagina.../ Vamos...». Del coño al útero, del útero a la vagina. Esta chica tiene un problema. Y una descomunal incultura poética, con independencia de su mala educación. En los siglos XVIII y XIX, proliferó la poesía contra la religión católica. Se alcanzaron cotas de insuperable grosería, dentro de una preceptiva literaria tan culta como estimable. Pero aquellos poetas no intentaban caricaturizar textos sagrados. Se limitaban a crear poemas, más o menos aceptables según la calidad de cada uno. Desde Samaniego a Manuel del Palacio, Amor Meilán, Campoamor, Martínez Villergas, Iglesias de la Casa, Barcia... y ya en el XX los poetas radicales, el juntaversos Luis de Tapia, Balbontín... Publicaciones satíricas anticlericales, que ese era el objetivo, el clero, y no Dios. A Dios no le dedicaban tonterías. Lo fusilaban y quemaban sus iglesias, concediéndole su importancia y reconociendo su pequeñez ante su luz, y al final de los versos pasaron a las balas y fueron martirizados miles de sacerdotes, hermanos y monjas, hoy mártires reconocidos. Aquel odio contra los representantes de Dios, con los educadores religiosos, con las monjas de los Pobres y de la Caridad, aquella sanguinaria persecución de los católicos, sí hirió y entristeció a los cristianos. Como la persecución y la injusticia. Pero lo de ahora es tan bajo, tan elemental, tan burdo y tan grosero, que insisto, no consigue otra reacción que la misericordia y el desprecio.Pobre mujer. La perversión de una alcaldesa ignorante y demagoga –Barcelona, ¿hacia dónde vas?–, le ha ofrecido un escenario para probar lo que se siente durante el minuto de gloria. Y es lógico que haya aceptado, porque Dolors Miquel es una supuesta escritora poco leída. Y ha aprovechado el ofrecimiento de la Colau intentando escandalizar, herir, o erigirse en valiente rapsoda del laicismo necio con una simple e infantil cochinadita. Ya sabemos que tiene coño, útero y vagina. Mil felicidades por ello. Hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad.