Alfonso Ussía

Poesía atlántica

La Razón
La RazónLa Razón

La belleza sonora de la toponimia gaditana es poesía. Arcos y Jerez de la Frontera, el Puerto de Santa María, Sanlúcar de Barrameda, Zahara de los Atunes... El sur del sur, la tenaza del talento popular, el último aliento de la Europa continental. Y muy caro para veranear, porque la gente busca lo bueno, y lo bonito, bueno y barato no es sencillo de encontrar. Como madrileño, celebro que mi alcaldesa titular descanse de su descanso en Zahara de los Atunes, sol, mar, viento y almadrabas. Por ahí transcurren los atunes que atraviesan el Estrecho de Gibraltar, y por ahí pasea su elegancia la alcaldesa de los madrileños. Descansa de su descanso en una lujosa urbanización, muy frecuentada por millonarios del PSOE, en Zahara de los Atunes, poesía. Doña Manuela goza de los placeres naturales y el confortable alivio de un chalé que se cotiza en régimen de alquiler a 4.000 –cuatro mil– euros por semana.

Villa blanca, a setenta metros de la playa, distancia que le permite no usar el Metro o el coche oficial. Por otra parte, no hay Metro en Zahara de los Atunes, lo cual le ha sorprendido sobremanera. «No bajaré los brazos de la protesta popular hasta que no se construya el Metro de Zahara, porque los naturales de aquí tienen los mismos derechos que los madrileños». Las mujeres que arrastran el entusiasmo de las masas son así. Poesía.

Atlántica poesía. «Atlanterra» se denomina la apacible urbanización. Una original fusión semántica entre Atlántico y Tierra, inmediatos vecinos para siempre. Hay que terminar con los tiquismiquis demagógicos. Doña Manuela tiene dinero, y quien tiene dinero se lo gasta de acuerdo a sus gustos, sueños y deseos. Su esposo arquitecto puso a su nombre todos los bienes, y ella los administra. Lo de siempre. Que el Partido Popular se inventó una crisis, el estudio de arquitectura dejó de ser rentable, y para salvar los muebles que exigían los empleados, legalmente y a tiempo, el dinero pasó a pertenecer exclusivamente a doña Manuela. Una terrible responsabilidad que no merecía. Así, los 270.000 niños famélicos de Madrid aguardaron felices la llegada de los alimentos, que no llegaron porque previamente no habían llegado los niños, que eran muy pocos. Y doña Manuela, agobiada con la posesión de importantes cantidades de euros, le solicitó permiso a Rita Maestre para veranear en «Atlanterra». Rita consultó con Pablo, Pablo autorizó el desembolso de 4.000 euros por semana, Rita trasladó a doña Manuela la decisión de Pablo, y a Zahara de los Atunes que se nos fue, dejando un Madrid huérfano y deshabitado. Poesía.

Zahara, Azahara. Medina Azahara, Zahara de los Atunes. Ya está escrita la poesía. La literatura andaluza tiene esa ventaja, La toponimia es poética. Pruebe a intentarlo un catalán. San Feliú de Guixols, Tarrasa, Sabadell, Esplugas del Llobregat. No hay poesía. Sí en la Castilla Alta, Valoria de los Infantes, Espinosa de los Caballeros, Medina del Campo, Vivar del Cid. Suena bien. Pero ninguna como la provincia de Cádiz, su Sierra Blanca, los alcornocales de la Almoraima, y las urbanizaciones costeras, como Sotogrande, la más exclusiva de todas, pero también más asequible en los alquileres que «Atlanterra», en Zahara de los Atunes, no muy lejana a sus campos de golf. Los campos de golf, tan aborrecidos por populistas y ecologistas «sandía», verdes praderías cuidadas, cortafuegos imprescindibles, recaudadores del dinero que de fuera viene. Pero la inquilina de la villa a cuatro mil euros a la semana, desea convertir el Golf municipal de Madrid, el viejo Club de Campo, en una granja experimental, privando a sus socios del derecho a disfrutar de lo que un día pagaron y cada mes ingresan para mantenerlo. Doña Manuela veranea rodeada por campos de golf y quizá ese golpe lorquiano de verde que te quiero verde le ayude a recapacitar. Zahara de los Atunes. Poesía.

Lleva la mujer dos meses de agotador trabajo, quitando y poniendo portavoces. El que se ríe –con humor negro, según el juez Pedraz– del Holocausto y se divierte con los cadáveres de las niñas de Alcasser y los muñones de Irene Villa. Pero mantiene a una portavoz imputada, Rita Maestre, que no veranea en «Atlanterra», pero sí le ha dado permiso para ello, Rita la intocable, la que representa al gran líder del gallardete piloso.

Y ese agotador trabajo de dos meses, esa extenuación, sólo se endulza con la miel del descanso en Zahara de los Atunes, poesía, a 4.000 euros por semana, poesía también.